Hace algunos días la Cámara de Diputados aprobó en particular una iniciativa que prohíbe el uso de teléfonos celulares al interior de recintos educacionales para menores que asisten a educación parvularia y para aquellos que cursen entre 1° a 6° año de enseñanza básica. Asimismo, plantea un “uso adecuado y gradual” para los estudiantes de 7° y 8° básico, al igual que para aquellos de enseñanza media, lo cual nos hace discutir una vez más sobre nuestra postura frente al tema.
Actualmente, en nuestro país el 90% de los menores tiene celular. El 82% de los niños de entre 8 y 12 años maneja un dispositivo móvil propio, al igual que el 97% de los menores de entre 13 y 17 años.
Hay estudios que valoran la incorporación de WhatsApp como herramienta de apoyo al proceso educativo. Las ventajas son la fluidez y efectividad en la comunicación, el acceso e intercambio de información permanente y la motivación del alumnado. Por otra parte, sus desventajas están en la dinámica y rapidez de los chats de grupos, las características de los teléfonos móviles para utilizar la aplicación (pantalla y teclado) o el compromiso de tiempo y dedicación.
Sin embargo, los problemas se focalizan en otro nivel de análisis cuando vemos que el 93,3% de los docentes manifiesta desconocer cómo utilizar los teléfonos como herramienta educativa. No obstante, un 56,6% se interesa por integrarlo al aula y se evidencia que los profesores de menor edad (36-50) son más flexibles y receptivos.
Más allá de ambas posturas, lo que llama la atención es la baja conexión entre las políticas actuales con las políticas de empleo y desarrollo tecnológico. Si miramos cuáles serán los empleos del futuro vemos en su mayoría especialistas en inteligencia artificial, seguridad informática, analistas de big data, urbanistas de Smart cities y analistas de tercera dimensión, entre otros cargos.
¿Quiénes serán los profesores de estas profesiones del futuro si pretendemos tener a los niños y jóvenes en una burbuja en el sistema escolar? En una realidad chilena en que tenemos 1,2 celulares por persona, 97% de las personas entre 16 y 24 años usa internet a través del móvil y una política pública que invierte cada vez más en cobertura de internet.
Es necesaria una mirada de la política pública educativa integrada que proyecte el sentido de la educación en el largo plazo en concordancia con el avance del mundo laboral, del desarrollo productivo, tecnológico y la sustentabilidad. Miremos y apoyemos la formación docente continua que entregue a profesores y educadoras del futuro las herramientas para hacer de la tecnología un aporte al aprendizaje y no un enemigo.