Columna de Karen Manzano: Chile y su vocación Antártica: Rompehielos Almirante Viel

USS Karen Manzano

Empezando julio ocurrió un hito histórico para Chile: la Armada de Chile, por medio de Astilleros y Maestranzas de la Armada (ASMAR), presentó el nuevo rompehielos “Almirante Viel”, fruto de un proyecto de siete años y de varios gobiernos (Bachelet – Piñera – Boric) que permitió fabricar el primer buque de este tipo propiamente chileno, con todos los procesos en suelo nacional. Esto significa un salto cualitativo, pues antes de que se decidiera dicha inversión, los rompehielos eran comprados a otros países, como Canadá.

Cabe destacar que establecer un plan de trabajo para construir en el país un buque de estas características, no solo responde a un avance tecnológico, sino que también propicia el desarrollo de nuevas cadenas de valor: aporte en empleos de la construcción, trabajo con instituciones regionales y nacionales, además del trabajo mancomunado del sector civil con el naval. Todo esto, en conjunto, nos permite consolidar una presencia efectiva en el continente blanco, elaborando medios de transporte propios sin depender de las compras de materiales de segunda mano a otros estados.

Pero además del beneficio económico y naval, un proyecto de esta magnitud refuerza la vocación antártica chilena, que comenzó en el siglo XIX y que sigue presente hasta el día de hoy, en el Territorio Antártico Chileno, definido por el Decreto N°1747 de 1940. Llegar con un buque chileno demuestra que nuestro país cuenta con las capacidades necesarias para desenvolverse en esas latitudes —las cuales, como sabemos, se caracterizan por sus condiciones meteorológicas adversas.

La expectativa es que el nuevo “Almirante Viel” genere aportes al sector de defensa y en específico a la Armada de Chile, pero también se espera que potencie la ciencia, ya que cuenta con laboratorios ideales para el desarrollo de investigaciones científicas, entregando valiosas horas de autonomía al trabajo de los expertos.

Sin duda, este hecho marcará un antes y un después en el contexto antártico. Lugar que cada vez más parece ser foco de interés por sus recursos —como es el caso de Rusia y su reciente descubrimiento de hidrocarburos—, pero donde Chile mantiene su presencia y en el que sigue reafirmando sus compromisos del Tratado Antártico: la protección de sus recursos naturales y el desarrollo de la ciencia.

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