En los albores de la República, el Estado centralizó la política educacional para organizar el emergente sistema de enseñanza chileno. Así, se cimentaron sus pilares mediante la creación de centros de estudios que jugaran un rol de “vanguardia” como fue el caso del emblemático «Instituto Nacional».
En este sentido, la Real Academia de la Lengua Española define la expresión “emblema” como “significativo o representativo”. En el contexto chileno se ha usado para identificar a Liceos Públicos que históricamente han asumido la responsabilidad de educar a la población, alcanzando altos niveles de calidad educativa y movilidad social. Estas instituciones fueron reconocidas por su impronta republicana, laica, inclusiva, meritocrática y de calidad. Así contamos con al menos una docena de liceos públicos que cumplían con estas características y que fueron actores relevantes en la historia de nuestro país. Más importante aún es que estos fueron considerados como la única opción para la clase media de recibir una educación de alta calidad.
Durante décadas, los liceos emblemáticos han impactado significativamente las trayectorias académicas de los jóvenes de clase media que asistían a sus aulas. Bucarey, Jorquera, Muñoz & Urzúa (2014) concluyen que asistir a un liceo de excelencia para alumnos talentosos (Instituto Nacional) tuvo un efecto de 26,13 puntos adicionales en la extinta PSU en comparación a alumnos similares que no asisten a este tipo de instituciones. En este sentido, y como fue mencionado anteriormente, asistir a centros de excelencia se transforma en una vía de ingreso a la educación superior y, por tanto, en una vía real de movilidad social.
No obstante, los Liceos Emblemáticos, poco a poco, fueron perdiendo el prestigio que los caracterizaba, reduciendo su matrícula y el interés de las familias. Junto con lo anterior, entre 2010 y 2023, disminuyeron significativamente sus puntajes SIMCE tanto en Matemática como en Lectura, perdiendo su asignación de excelencia académica (SNED). Situación similar ocurre cuando analizamos sus desempeños en las pruebas de acceso a la educación superior. Es difícil establecer a priori las causas de esta caída, sin embargo, es posible inferir que los sucesivos paros de alumnos y los severos actos de violencia han tenido un impacto negativo en la calidad y en su valoración ciudadana. A esto se sumaría una errática gestión de sus sostenedores, de algunos directivos y/o profesores poco comprometidos, junto con políticas públicas que han desfigurado el proyecto original de los liceos emblemáticos.
Sin duda, es una situación preocupante. La desaparición de los Liceos Emblemáticos tendrá impactos negativos sobre la renovación y diversidad de las élites futuras del país. Principalmente, porque aumentará aún más la participación de egresados de colegios particulares pagados en las máximas posiciones de poder e influencia, siendo cada vez más difícil contar con un o una Presidente de Chile egresado de un Liceo Público.
El gobierno de turno debe cambiar el rumbo y dejar atrás su indiferencia e inacción con los Liceos Emblemáticos tan solo por anteojeras ideológicas. Debe fortalecerlos a través del reconocimiento y recuperación de la selección por mérito, de lo contrario la equidad social será solo una quimera, quedando solo en la imaginación colectiva como posible o verdadero, pero distando mucho de serlo.