A propósito del reciente proyecto de Ley de Reactivación del Turismo, cabe relevar una de sus medidas: la implementación de una nueva tasa de alojamiento (1,25%), la que serviría para promoción turística internacional. A primera vista, parece una medida que el huésped estaría dispuesto a pagar, pero bajo el intercambio de llegar a un mejor destino.

Yendo a su definición, el principal objetivo del impuesto turístico hotelero es la recaudación de fondos para la administración gubernamental o municipal. Dichos recursos suelen ser destinados a múltiples proyectos, entre ellos: el mejoramiento de zonas de interés turístico, la inversión en infraestructura, campañas promocionales, formación profesional y acciones para la sostenibilidad de los destinos turísticos.

Actualmente, esta tasa impositiva específica se aplica de manera variable en países como México, España y Estados Unidos. Por su parte, los países del continente europeo fueron los primeros en comenzar a implementar tasas de ocupación hoteleras en destinos saturados como la costa mediterránea. Primero iniciaron como impuestos locales y después se transformados en leyes nacionales.

¿Cuál es la tasa apropiada y en qué destinamos lo recaudado?

El foco, a mi juicio, debería estar en generar un beneficio tanto para la comunidad residente como para los turistas, reflejado —por ejemplo— en mayor seguridad dentro del barrio turístico.

Si bien, parece comprensible partir utilizando la tasa actual propuesta en el proyecto de ley que busca dinamizar el turismo (1,25%), esta debería ir aumentando a lo largo del tiempo, alcanzando el nivel internacional y diversificando el destino de esos fondos. México ocupa entre un 30% y un 40% del total recaudado para la promoción, mientras que entre un 20 y 30% para la infraestructura. En cambio, algunos municipios de España destinan estos recursos para la protección de áreas naturales, la gestión de residuos y la promoción de prácticas turísticas responsables. Ámsterdam hace lo suyo financiando proyectos de sostenibilidad para mantener la ciudad atractiva para los visitantes.

Considerando lo anterior, si demostramos concretamente a los turistas, huéspedes y comunidad local que los recursos obtenidos por este impuesto se invertirán en el mejoramiento del destino, de los lugares que ellos visitan y de los mismos lugares donde la comunidad local reside, será la mejor estrategia para que exista transparencia en el uso de estos montos, lo que además permitirá que el huésped se fidelice con los alojamientos formales y no con los informales, aunque sean más baratos.