Columna de Paulina Kahn: 160 años de la Educación Parvularia en Chile: retos para el futuro
Este mes se conmemoran los 160 años de la Educación Parvularia Pública en Chile y es importante detenernos para reflexionar acerca de los tres de los principales desafíos que tenemos en este nivel, en el que formamos a los niños y niñas que son el futuro de nuestro país
Por un lado, tenemos el desafío de lograr un proyecto viable de Sala Cuna para Chile, en el cual el foco sea promover el empleo femenino y el derecho a la educación de niñas, niños y adolescentes, sobre todo a los más vulnerables. Esto sin duda requiere favorecer programas y estrategias que faciliten un mayor acceso y cobertura, y claros estándares de calidad, con énfasis en el bienestar integral de niñas y niños.
También es necesario modernizar y regularizar la oferta educativa de los establecimientos del nivel que reciben aportes regulares del Estado, que establezcan las condiciones que los habilitan como centros que resguardan estándares esenciales para ofrecer una educación parvularia de calidad, acordes las necesidades de los niños y niñas y de sus familias, sobre todo en las regiones y territorios donde se requiere ampliar y facilitar el acceso a la educación del nivel.
En tercer lugar, es necesario señalar el desafío relacionado con la formación inicial de las futuras educadoras, para que dejen de ser consideradas en un rol asistencialista y se reconozca su pleno papel como agentes de cambio que tienen gran incidencia en la etapa más importante del desarrollo humano. Para ello es importante que los programas de formación inicial de las futuras educadoras busquen la excelencia y promuevan cuatro competencias clave:
- Competencias pedagógicas y disciplinares que tengan presente en su base, una mirada de infancia que reconoce a los niños y niñas como sujetos de derecho y en palabras de Humberto Maturana “un legítimo otro”.
- Habilidades socioemocionales que permitan fomentar una enseñanza que respete la primera infancia.
- Dominio de metodologías innovadoras basadas en evidencias que les permita diseñar experiencias y ambientes para el aprendizaje que potencien los aprendizajes durante la primera infancia.
- Competencias para liderar y colaborar en los diferentes espacios pedagógicos, respetando y valorando los distintos ritmos, tiempos y lenguajes que tienen los niños y niñas, estableciendo vínculos afectivos que aporten a la seguridad y el bienestar emocional que requieren.
Mejorar el acceso y la cobertura con centros educativos de calidad, pero, sobre todo, atender el reto de la formación de educadoras, es una tarea prioritaria e insoslayable para nuestro país, porque de ella depende en gran medida que nuestros niños y niñas reciban la educación de calidad que merecen.
Para ello, es necesario abrir conversaciones entre las escuelas de formación inicial, para reflexionar y pensar en las estrategias que tenemos como instituciones de educación superior en la búsqueda de soluciones para afrontarlos.
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