En Chile, las pequeñas y medianas empresas (PYMES) no solo constituyen la mayoría de las empresas, sino que también son grandes generadoras de empleo. Según información del Servicio de Impuestos Internos, el año 2022, las PYMES representaron el 78% del total de empresas, y generaron en torno al 43% del empleo formal. A pesar de esta relevancia, su capacidad económica es menor en comparación con las grandes empresas. En este marco, las PYMES enfrentan el desafío de incorporar la sustentabilidad, un concepto integral que abarca equilibradamente aspectos sociales, ambientales y económicos.

La gestión de la sustentabilidad implica enfrentar objetivos a menudo conflictivos entre estos tres pilares. A nivel académico, existe una amplia discusión sobre cómo las empresas en general, y las PYMES en particular, pueden lograr metas ambientales y sociales sin comprometer su estabilidad económica. Algunos argumentan que las PYMES, limitadas por recursos financieros, humanos y operativos, pueden enfocarse solo en un pilar de la sustentabilidad a la vez y abordar problemas de manera ad-hoc, aumentando así su carga de costos en el corto plazo y perdiendo competitividad. Por otro lado, existen estudios que sugieren que las PYMES pueden impulsar los tres pilares de la sustentabilidad gracias a su flexibilidad. En cualquier caso, la mayor parte de la evidencia señala que adoptar un enfoque sustentable puede ser beneficioso para las PYMES a largo plazo.

Adoptar un enfoque sustentable presenta variadas ventajas. Por ejemplo, favorece una mejor gestión de riesgos, ya que permite a las PYMES anticipar y adaptarse a las cambiantes normativas ambientales y sociales, reduciendo el riesgo de sanciones y sus costos asociados. Por otro lado, adoptar prácticas sustentables conduce a innovaciones en productos y procesos, abriendo la puerta a segmentos de mercado que valoran lo ecológico y socialmente responsable. Además, una PYME sustentable mejora su imagen pública, lo que se traduce en lealtad del cliente, atracción para inversores y como un atractivo para el talento. Así, adoptar una estrategia sustentable puede ser una fuente de ventaja competitiva significativa para las PYMES.

En este proceso, el rol de la política pública es fundamental. Las iniciativas gubernamentales pueden facilitar esta transición ofreciendo incentivos, como subvenciones o beneficios fiscales, para las empresas que implementen prácticas sostenibles. Además, la creación de marcos regulatorios claros y el apoyo en la formación y educación sobre sustentabilidad pueden proporcionar a las PYMES las herramientas necesarias para adoptar estos enfoques con éxito. Es vital que exista una colaboración entre el sector público y las PYMES para desarrollar estrategias que no solo promuevan la sustentabilidad, sino que también consideren las particularidades y desafíos únicos que enfrentan estas empresas. En resumen, integrar la sustentabilidad no es solo una responsabilidad con la sociedad, sino también una estrategia de negocios inteligente para las PYMES. Aquellas que adopten este enfoque no solo se posicionarán mejor en el mercado, sino que también liderarán el camino hacia un futuro más próspero.