Desde la reintroducción del voto obligatorio en Chile, se han observado cambios significativos en el electorado ¿quiénes son y cómo piensan los nuevos votantes?
Cuando se reintroduce el voto obligatorio en el plebiscito de salida del año 2022, se incorporan al padrón electoral entre cuatro y cuatro millones y medio de individuos nuevos, de los cuales no sabíamos su percepción política, sus posiciones de política pública, su inclinación ideológica y tampoco tenían historia electoral; es decir, nunca habían participado en un proceso electoral en la historia de Chile. Esto generó que en las elecciones del 2023 el mapa político se viera completamente diferente. Ahí se pueden plantear dos hipótesis de fondo, la primera es que los resultados que hemos visto en el último año y medio se deben a las características de este grupo de individuos. Los nuevos votantes son personas sin inclinación ideológica, que dependen más de la contingencia que de valores o principios a la hora de votar. La segunda hipótesis es que estos votantes vinieron a moderar los asuntos políticos, porque cuando el voto es voluntario, los que están motivados a ir a las urnas son las personas que están comprometidas con la política, y cuando ingresan estos nuevos votantes, lo que ocurre es que, como se mueven por la contingencia, se genera un incentivo a los políticos de buscar ese bloque de votantes que van a depender más de temas de política pública que de temas ideológicos.
¿Por qué cree que los diferentes sectores políticos no han logrado aún captar el interés de la población?
El votante más difícil de alcanzar es aquel que no está interesado en la política. Este votante ni siquiera responde las encuestas de opinión. Cuando no se cuenta con una buena radiografía del perfil del votante o del potencial votante que podría respaldar una campaña o una causa en general, nos referimos a esta persona como el votante mediano, es decir, aquel que se encuentra justo en el medio. Sin un adecuado mapeo de este segmento de la población, resulta muy difícil para los diferentes sectores políticos y candidatos acercarse a esos individuos. De estas personas, podría decirse que hay un porcentaje que no va a votar, pero también hay otro porcentaje que sí vota y del cual no tenemos idea de su opinión política. Sin embargo, sí sabemos que actualmente hay tres grupos en el electorado chileno. Uno de ellos es el grupo desideologizado, que no tiene afinidad ni cercanía con partidos o líderes políticos, luego está otro grupo que tiene un poco más de conocimiento pero que sigue siendo influenciable por la contingencia, y finalmente están aquellas personas altamente ideologizadas que, independiente de las circunstancias, no cambiarán su voto, ya sea hacia la izquierda, el centro o la derecha.
¿Quiénes son exactamente los llamados “indecisos”?
Hay dos grupos de indecisos. Está el indeciso que forma parte del grupo de personas que no habían participado en elecciones anteriormente y que fueron incorporadas por el sistema de inscripción automática y voto obligatorio. Estos votantes no tienen afinidad con partidos políticos y no les interesan los asuntos públicos. Por otro lado, están aquellas personas que han tenido inclinaciones políticas, pero que son presas de las contingencias del país y son reaccionarias, es decir, reaccionan frente a la situación económica, seguridad y otras preocupaciones y anhelos que tienen tanto para su vida como para la de su familia. La razón por la cual hay tantos indecisos es producto de la fragmentación existente en el sistema chileno, que pasó de tener aproximadamente 7 partidos a 21 partidos en el Congreso. Con el tiempo, las etiquetas de los partidos comenzaron a diluirse, es decir, dejaron de existir grandes diferencias entre algunos partidos y otros, lo que hace que las personas comiencen a reaccionar frente a lo que está ocurriendo, moviéndose de un lado a otro entre elecciones.
Tras el fallecimiento del expresidente Sebastián Piñera, diversas figuras políticas han manifestado que la derecha queda ausente de un liderazgo. ¿Cómo se debería reorganizar este sector para enfrentar las próximas elecciones?
El expresidente Sebastián Piñera, tras su fallecimiento, se convirtió en una figura que marcó una generación completa de chilenos. Su legado político estará marcado por la aspiración de forjar una alianza lo suficientemente amplia, tanto electoral como ideológicamente, para guiar a Chile hacia un crecimiento económico sostenible y llevar a cabo reformas unificadas que aseguren la estabilidad institucional del país a lo largo del tiempo.
En ese contexto, ¿Chile Vamos debería llegar a acuerdos con Republicanos o con fuerzas como Demócratas y Amarillos por Chile, o debiese ir en solitario en las próximas elecciones?
Los acuerdos y la unidad siempre serán mejores para el país que una coalición dividida. Los puntos de unión de Demócratas a Republicanos son muchos más que los puntos de división, especialmente considerando los grandes desafíos que enfrenta nuestra nación. Tenemos una década perdida en crecimiento económico y un problema educativo enorme. El mundo está avanzando mucho más rápido que Chile, y actualmente estamos poniendo en riesgo a generaciones de niños y jóvenes que podrían convertirse en mentes emprendedoras e innovadoras que el país necesita. Considero que estos aspectos son transversales a cualquier coalición que crea en la libertad y en la democracia representativa, y deberían tener más peso que cualquier otra diferencia.
¿El “efecto Piñera” tendrá una repercusión positiva en los candidatos de Chile Vamos para las próximas elecciones?
Si algo generan estas muertes tan repentinas es que sacuden los cimientos de la República. De repente, pasamos de una discusión política muy áspera a momentos institucionales muy importantes, como fue el funeral de Estado. Esto representa una oportunidad para el Gobierno, la oposición y una coalición amplia para decidir construir sobre esta base y transmitir este mensaje a los chilenos. Aquella candidatura que logre sintonizar esa idea de acuerdos de unidad y progreso con las preocupaciones de los chilenos tendrá un rendimiento electoral mayor del que habría tenido si la figura de Sebastián Piñera no se hubiera transformado en esta idea de unidad, democracia y libertad como está sucediendo actualmente.
¿Cuánto cree que han influido los nuevos votantes en los resultados de las últimas tres elecciones?
Muchísimo. En la elección del plebiscito de salida de la Convención Constitucional fue determinante, como lo evidencia el número de votos obtenidos a favor del Apruebo. Este total fue muy similar a la cantidad de votos que recibió el Frente Amplio y el Partido Comunista en la elección de Consejeros Regionales, los cuales sirvieron de base para que el En Contra ganara en el plebiscito de salida del Consejo Constitucional. Estas personas influyeron en las últimas elecciones de diversas formas; por ejemplo, en la elección de Consejeros Regionales, un grupo de ellas votó nulo y blanco, lo que terminó cambiando el resultado. El Partido Republicano obtuvo la gran votación que tuvo, y la considerable cantidad de escaños en el Consejo Constitucional, debido a la tasa histórica de votos nulos y blancos.
Por otra parte, considero que todavía es muy joven la historia de este sistema de inscripción automática y voto obligatorio para inclinar la balanza hacia un lado u otro, y eso lo demostró con mucha fuerza el plebiscito de salida del Consejo Constitucional. La hipótesis era que este sistema estaba favoreciendo a bloques cercanos a la centroderecha, porque ganó el Rechazo en el plebiscito de 2022 y Republicanos en la elección del Consejo Constitucional, pero esa hipótesis se cae con lo que ocurrió en la última elección.
La diversidad de plataformas y la sobreexposición a información hacen que captar la atención de los nuevos votantes sea un desafío. ¿Qué estrategias considera más efectivas para destacar y llegar a los nuevos votantes?
Eso es lo que todo candidato y campaña piensan día y noche, es decir, cómo generar una estrategia que me permita llegar a potenciales votantes y también mantener un equilibrio entre apariciones en opinión pública y en terreno. Las campañas aéreas, que son aquellas que se hacen a través de medios de comunicación, no han mostrado resultados óptimos como campañas con terreno fuerte. La clave está en el fortalecimiento de los partidos políticos de las juventudes y del trabajo en terreno.
Las redes sociales son fundamentales, pero no es lo que necesariamente te hará ganar una elección. Para llegar a la mayoría, al votante mediano se deberá fortalecer los nichos electorales propios y también ir a buscar a los votantes a la calle.
¿Cómo pueden los candidatos de las elecciones de este año llamar la atención de los nuevos votantes?
Hay dos estrategias a seguir. Una es el “escándalo”, porque está demostrado que cuando hay demasiadas candidaturas, es muy difícil destacar. Lo primero es que te conozcan y, generalmente, las personas te conocen por un conflicto o porque hiciste algo extraordinariamente importante. Esto es muy difícil en un ambiente donde van a ver 100 candidatos recorriendo cada comuna. El segundo canal que tienen los candidatos es tener una bandera y posición clara y repetirla constantemente. Tener una campaña orientada específicamente a un tema de política pública, un enfoque que les permita transformarse en el candidato de la seguridad, del crecimiento o de la salud, llamará a nichos de potenciales votantes que tienen una preocupación mayoritaria por ese aspecto político.
¿Qué propuestas deberían incluir los candidatos para incentivar el voto de los jóvenes y de aquellos que son difíciles de persuadir?
Para los jóvenes, efectivamente, se trata de encontrar causas. Estas pueden ser el medio ambiente, la cultura, nuevos estilos y formas de vida, y comprender cómo está cambiando el mundo. Cuando uno observa las expectativas de los jóvenes de hoy, estos aspiran a vivir experiencias y adquirir ciertas capacidades y competencias. No se imaginan trabajando muchas horas al día durante 40 años, como lo hacían probablemente generaciones anteriores.
Ellos buscan más flexibilidad y libertad para vivir su propia vocación y estilo de vida. En el caso de aquellas personas que están más alejadas de la política, el trabajo es más difícil porque se necesitará construir confianza y generar una relación lo suficientemente cercana dentro de lo que se puede en una campaña y en el mundo de la política, para que la persona logre entender el mensaje de servicio de esa persona que trabaja para sus beneficios. Ese es el gran desafío que ha tenido la política de cualquier país democrático desde la rápida irrupción de las tecnologías de la información y la horizontalidad de las comunicaciones.