Ecuador y su gobernabilidad

SEÑOR DIRECTOR:
El resultado en las elecciones presidenciales de Ecuador dieron el triunfo a Daniel Noboa por un margen superior al que pronosticaban las encuestas. El resultado, entregado en tiempo oportuno por la institucionalidad electoral, está determinado por el voto efectivamente emitido por los ecuatorianos. Ello ha estado refrendado por observadores que dan plena confianza de imparcialidad, como las Comisiones de la OEA y UE.
Sin embargo, los guarismos conocidos no muestran una superación de la polarización política que vive Ecuador y ello genera una peligrosa tensión en un país con problemas de seguridad, agudizados por grupos armados organizados con fines delictuales, además de una economía que muestra gran fragilidad.
Los problemas de gobernabilidad se mantendrán, si no existe un genuino esfuerzo para convocar a los diversos actores a una acción conjunta y de leal compromiso con medidas pactadas para enfrentar los desafíos. Esto se ve lejano en un cuadro de tensión como el existente.
En efecto, Noboa muestra un estilo impositivo de sus decisiones, que puede ser reforzado por el control mayoritario del Poder Legislativo. Tenemos a la vista los efectos negativos que conllevan conductas avasalladoras de jefes de Estado. Un estilo que puede ser contagioso y como resultado se agudice el cuadro.
Por su parte, la reacción de la candidata opositora, Luisa González, denunciando fraude y no reconociendo el resultado, pone un ingrediente de magnitud en la agudización de la confrontación y un evidente obstáculo a los necesarios entendimientos, para abordar con eficiencia las dificultades que enfrenta la sociedad ecuatoriana.
En todo caso, hay que mantener viva la esperanza de que el país podrá encontrar un camino que le permita fortalecer su democracia a través de principios y reglas compartidas por su pueblo.
Edgardo Riveros
Ex subsecretario RR.EE. y académico U. Central
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