Volver a casa
SEÑOR DIRECTOR:
Hace unos días supimos que el Papa Francisco reconoció las virtudes heroicas de Antoni Gaudí, arquitecto español universalmente conocido por dirigir la construcción de la Sagrada Familia de Barcelona. Con ello, el gran exponente del modernismo catalán pasaba a ser declarado “Venerable” por la Iglesia.
No extraña esta afinidad espiritual. Para Francisco, “los artistas son aliados del sueño de Dios”, y Gaudí, que decía que “la originalidad consiste en volver al origen”, fue, más que un arquitecto, un escritor en piedra. Ambos comprendieron que crear es también orar, y que lo verdaderamente nuevo nace al reencontrar la raíz.
Francisco veía la literatura como parte de ese regreso: “Cada uno encuentra su propio camino en la literatura”, escribió. No se trata de leer por deber, sino por necesidad. Porque al llorar con los personajes, lloramos por nosotros: nuestras pérdidas, nuestro vacío, nuestra esperanza.
Como Gaudí con su templo, Francisco levantó un hogar simbólico hecho de palabras, gestos y silencios. Ambos nos recuerdan que toda historia —divina o humana— empieza y termina en la casa.
Magdalena Palacios Bianchi
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