798, el distrito del arte contemporáneo en Beijing

798
Construido en los años cincuenta por arquitectos de Alemania Oriental para fábricas de la industria electrónica militar china, una de las cuales se llamaba 798.

Junto al avance económico, en las últimas décadas la creatividad artística, sobre todo en la pintura y la escultura, ha florecido en Beijing. Artistas de toda China, de Asia y del resto del mundo confluyen en el Distrito 798, de manera comparable a como lo hacen en Nueva York y París.



El cineasta chileno Patricio Guzmán realizó su primera visita a China, en enero de 2016, con ocasión de un mini-festival dedicado a su obra que tuvo lugar en el Ullens Center for Contemporary Art (UCCA), en el corazón del Distrito de Arte 798 en Beijing.

Se trata de un gigantesco edificio de tres pisos en el medio del principal enclave de arte contemporáneo en China, UCCA proveyó el auditorio perfecto para la exhibición, a tablero vuelto, de una media docena de los premiados documentales de Guzmán, incluyendo La batalla de Chile, Nostalgia de la luz y El botón de nácar.

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Con 60 hectáreas en  Chaoyang, en el Noreste de Beijing, y también conocido como Distrito de Arte Dashanzi, es uno de los casos más exitosos de reciclaje de un barrio industrial en uno artístico.[/caption]

Para la gran mayoría de los turistas que visitan la capital china, la Ciudad Prohibida, el Palacio de Verano, el Templo del Cielo y la Gran Muralla China, así como los hutongs del centro histórico, constituyen paradas obligadas. Sin embargo, cada vez más los visitantes descubren que la ciudad tiene no solo tesoros milenarios, sino que también mucho arte contemporáneo.

Junto al avance económico, en las últimas décadas la creatividad artística, sobre todo en la pintura y la escultura, ha florecido en Beijing. Artistas de toda China, de Asia y del resto del mundo confluyen allí, de manera comparable a como lo hacen en Nueva York y París.

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Cada vez más los visitantes descubren que la ciudad tiene no solo tesoros milenarios, sino que también mucho arte contemporáneo.[/caption]

Muchos  se instalan y/o exhiben su arte en el distrito 798. Con 60 hectáreas en  Chaoyang, en el Noreste de Beijing, y también conocido como Distrito de Arte Dashanzi, es uno de los casos más exitosos de reciclaje de un barrio industrial en uno artístico. Construido en los años cincuenta por arquitectos de Alemania Oriental para fábricas de la industria electrónica militar china (una de las cuales se llamaba 798), trajo el Bauhaus y sus enormes edificios, geometría simple y techos curvos a China. En los noventa, la industria se trasladó fuera de Beijing, y a comienzos de los 2000 se lo tomaron los artistas. El resultado es notable.

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Durante mis años en Beijing, uno de nuestros paseos sabatinos favoritos era ir a 798, asistir a la apertura de la exposición de un artista amigo, deambular por sus calles repletas de sorpresa[/caption]

Repleto de galerías de arte como la Galería Yang,  estudios de pintores y escultores, arte callejero, side-walk cafés, restaurantes, bares y centros de arte como UCCA y 798 Space,  así como de salas de teatro, librerías, boutiques y tiendas high-end, 798 es hoy un referente.Para los aficionados a la picante comida Sichuan, el restaurante Lord of Salt es uno de los favoritos.

La reutilización de antiguas fábricas para lofts y estudios de artistas no es nuevo. Lo novedoso de 798 es la recreación, diseño y gestión del conjunto del antiguo sector industrial dándole una coherencia urbana y artística muy lograda. Nada desentona, pero todo choca.

Festivales culturales tienen lugar en la primavera y el otoño. El arte callejero no se limita a los predecibles grafitis (no demasiado originales), sino que incluye gigantescos dinosaurios rojos tras rejas o expresiones notables de fusión entre lo que podríamos llamar arte maoísta y Andy Warhol (como enormes bebés de plástico rojo blandiendo ametralladoras).

Durante mis años en Beijing, uno de nuestros paseos sabatinos favoritos era ir a 798, asistir a la apertura de la exposición de un artista amigo, deambular por sus calles repletas de sorpresas y cerrar la velada en alguno de sus numerosos restaurantes. No es una mala manera de pasar un sábado en la antigua capital del Imperio del Centro.

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