¿Quién fue Confucio y por qué es tan importante para China?
Conocer la cultura china va más allá de saber cuál es su idioma, su escritura, sus peculiares vestuarios o su sabrosa comida. Un ítem imprescindible para descifrar a la nación asiática -dentro de tantos- es comprender la filosofía que ha influido durante milenios de historia en sus ciudadanos.
Corría el año 551 a.C. cuando nació K’ung Chung-ni, el reconocido filósofo al cual los primeros misioneros jesuitas llamaron “Confucio”. Su vida se inició marcada por la muerte de su padre, lo que llevó a su familia a vivir de lleno en la decadencia en medio de una época marcada por el caos y la guerra.
Desde temprana edad, el joven K’ung demostró su interés por los estudios y la educación, llegando a impartir clases con el paso de los años. Trabajó en centros de enseñanza donde los hijos de la nobleza aprendían, entre otras cosas, a escribir y calcular. Luego pudo establecer su propia escuela donde hizo hincapié en enseñar la importancia de cuidar y preservar los valores familiares, pues consideraba que la vía para crear una sociedad estable y alegre era mantener sólidos lazos entre los miembros del núcleo.
Esta nueva escuela surge también con nuevos aprendices, entre los que se encontraban muchas personas provenientes de familias de escasos recursos e incluso indigentes, pues Confucio quebró la idea de que la educación debía ser -exclusivamente- para los niños de familias adineradas, quienes sólo por nacer en este entorno tenían derecho a estudiar. Unas de sus frases más destacadas, llamadas Analectas, es “Donde hay educación no hay distinción de clases”.
El filósofo enfocó sus fuerzas en velar por promover el respeto mutuo y en especial hacia las personas mayores. Él creía que eran éstas las que traspasaban su sabiduría a los más jóvenes, lo cual hasta hoy es parte de la identidad de China.
En paralelo a la educación, el maestro trabajó como funcionario administrativo, inspeccionando graneros y ganado. Aparte, dedicó buena parte de su vida a viajar de reino en reino intentando persuadir a los diferentes gobernantes para que empatizaran con su repudio hacia los conflictos civiles. Nunca lo logró, pero consiguió alcanzar más de 3.000 seguidores gracias a su prédica que difundía su manera de ver la vida.
Cinco clásicos de la enseñanza
Existen cinco libros clásicos que Confucio recopiló para sus alumnos. Primero, se dice que la música y la poesía eran parte importante de la vida diaria del filósofo, adorando así el libro Shījīng, identificado también como El libro de la poesía, que está formado por 305 poemas divididos en 160 canciones populares, 31 canciones para ceremonias y 40 himnos que se cantaban en ceremonias de sacrificio a los dioses y espíritus ancestrales.
El segundo es Yìjīng, nombrado en occidente como El libro de las mutaciones, que habla sobre las figuras de la mitología china y que mutó con el paso de los años y la influencia del propio Confucio, pero se sabe que su contenido original tiene sus raíces en el taoísmo. Se cree que este libro describe la situación presente de quien lo consulta y predice maneras de enfrentar el futuro si se adopta una postura correcta ante los conflictos.
Shūjīng es el tercer elemental, mencionado también como El libro de la historia. Este compila documentos de gran valor histórico -valga la redundancia- y también agrupa algunos discursos que están -presuntamente- escritos por gobernantes y oficiales de las dinastías Xia, Shang y Zhou. Si bien no se tiene certeza de su creación, se presume que data del siglo VI a.C., logrando así el título de ser el texto narrativo más antiguo de China.
El cuarto es Lǐjīng, conocido como El registro del rito. Este consiste en tres registros que hablan sobre las formalidades sociales y normas de etiqueta. Su primer ejemplar contaba con 85 artículos, pero con el paso del tiempo se perdieron algunos quedando sólo 49 a la fecha. Este texto desarrolla ideas muy profundas sobre el valor de la educación, la vida, el cuidado del cuero y la mente, entre otros tópicos que trascienden hasta hoy.
Finalmente, el quinto ejemplar es Chūnqiū, llamado también Anales de primavera y otoño, que trata sobre las actividades políticas y el comportamiento de la clase gobernante, relatando crudos eventos como asesinatos, castigos y otros. Este recoge, además, la narración de algunos fenómenos de la naturaleza como eclipses, terremotos, inundaciones y plagas. Entre sus páginas también se pueden encontrar relatos de cómo eran ciertos acontecimientos sociales como sacrificios, rituales, bodas, funerales y hasta el proceso de construcción de ciudades.
El legado a través de cinco virtudes
El estudioso Confucio que acogió su método de enseñanza a través de estos clásicos, transmitió a sus discípulos y compatriotas el deber de comportarse como nobles seres humanos en tiempos convulsos sumidos en la belicosidad. Cada clásico contiene una virtud que él procuró divulgar para mantenerla en el tiempo.
- Li: La conducta ritual adecuada. Se basa en la práctica de los buenos modales y el respeto de las costumbres tradicionales.
- Ren: La humanidad y la benevolencia. Simboliza la bondad hacia las personas que rodean nuestro entorno.
- YI: La justicia y rectitud. Se refiere al alma y su relación con la honestidad y la justicia.
- XIN: La confiabilidad. Tiene relación con representar la fidelidad, sinceridad y veracidad, tanto con nosotros mismos como hacia las demás personas.
- Zhi: La sabiduría. Esta virtud invita a aprender a diferenciar entre el bien y el mal de nuestras acciones.
Además de esto, la obra del filósofo promueve el amor hacia los padres y la naturaleza; el respeto por los ancianos, el orden político, social, religioso y la búsqueda constante de la armonía espiritual.
El confucianismo es una de las corrientes ideológicas más importantes de la antigua China. En siete décadas de vida, el autor destacó por sus principios y no fue hasta la dinastía Han -entre los años 206 a.C. y 220 d.C.- que su pensamiento se transformó en un sistema ético de comportamiento y gobernanza. Desde entonces, sus enseñanzas han influido en dos milenios de historia, destacando por sobre todo su compromiso con el orden, sin ser éste impuesto por la guerra, sino con el desarrollo armonioso de la educación.
El confucianismo se define, entre otras cosas, por un contrato social en el que se establece que los gobernados deben lealtad a los gobernantes, y estos últimos deben bienestar a su pueblo. Sin embargo, si los gobernadores no son capaces de satisfacer ese bienestar, el pueblo podría derrocarlos justamente, de manera civilizada. Por lo mismo la educación era la clave para él.
A la fecha, Confucio sigue en los programas escolares del gobierno chino y los valores de orden, jerarquía y compromiso están tan vigentes como en sus inicios, en el siglo V a.C. e, incluso, han traspasado las fronteras.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.