Cuando el solo nombre de un artista remite a un icono cultural, cuando su sola imagen equivale a un personaje, una coreografía y un par de melodías reproducidas en casi todos los rincones del planeta, el sentido común supondría hastío, deseos por escapar para siempre de los días de juventud, imponer el presente por sobre lo que ya es historia. Olivia Newton-John (68) mira la vida de otra manera: Grease, la cinta de 1978 que marca un cisma definitivo en su existencia -ni antes ni después su carrera fue la misma- la sigue remeciendo, sin marcas de cansancio por un clásico que aparece una y otra vez en sus shows y sus entrevistas.
"Las canciones de Grease siguen siendo un éxito gigante. Esa película siempre tendrá un gran lugar en mi corazón. Estoy muy orgullosa de haber sido parte de algo que ha entretenido a tantas generaciones", cuenta la cantante, en entrevista con Culto en la previa de su debut en Viña 2017, cuando mañana inaugure la noche anglo. De hecho, en la misma Quinta Vergara revivirá la fantasía de carreras, cuero e inocencia que encarnó su personaje de Sandy Olsson.
"He oído que Viña es un festival muy grande y divertido, y un gran desafío para los nuevos artistas. Tengo muchas ganas de cantar para mis fans en Chile, siempre han sido muy cálidos y acogedores. Mi principal recuerdo de la primera vez que estuve allá en 2010 fue la calidez y lo tremendamente acogedores que son. Son una de las mejores audiencias del mundo. Y fue tan especial ese año cantar con uno de los mineros rescatados, Edison Peña, una persona encantadora", cuenta la intérprete nacida en Inglaterra, pero que desde los cinco años reside en Australia.
Luego sigue: "El show que mostraré es básicamente un viaje por mi vida a través de la música. Es todo, desde mis primeros éxitos de country hasta, por supuesto, las canciones de Grease y Xanadú, Physical y muchos otros temas de mi lado pop rock. También incluiré algo de mi último CD, Liv on. Seré mi banda y yo pasando un muy buen momento y espero que la audiencia se divierta mucho".
Newton-John menciona la palabra CD y se retrata en su dimensión más cabal: es una figura de la vieja escuela, nacida en la ola de nuevo country que aprovechó para conquistar EE.UU. en los 70, consolidada en la fiebre de la onda disco que convirtió todo en baile a fines de ese mismo decenio, y perpetuada en un sudoroso y atlético videoclip de 1981 (Physical), a las puertas de la era MTV.
En los últimos años, ¿le resulta difícil presentar nuevas canciones?
—No siento que me resulte difícil, porque siempre trato de hacer una mezcla entre lo antiguo y lo nuevo. Estoy muy orgullosa de haber tenido tantas canciones maravillosas, así como grandes compositores y productores. Es increíble cuando escucho a los fans decirme que algunos de mis hits tienen un lugar especial en sus vidas, ya sea porque fue algo que sonó en sus bodas o porque les ayudó en un momento difícil. Me siento muy honrada cada vez que canto esas composiciones.
¿Cómo enfrenta hoy la elaboración de un nuevo álbum?
—Mi reciente disco, Liv On, lo trabajé con dos amigos y músicos increíbles, Beth Nielsen Chapman y Amy Sky. Es una iniciativa para ayudar a la gente que atraviesa un momento difícil, de dolor o pérdida. Se inspiró en la muerte de mi hermana Rona por un cáncer cerebral. Hoy la intención de mi carrera es crear canciones con un mensaje de compasión y esperanza, que las pueda escuchar cualquiera con un desafío importante en su vida o que esté afligido.
Usted pertenece a la época en que las divas del pop guardaban una imagen más moderada. ¿Qué opina de las figuras más actuales, como Katy Perry, Lady Gaga o Beyoncé?
—Pienso que en los últimos años han salido artistas maravillosos, incluyendo los que usted menciona y muchos más (también me encanta Adele y Pink). La gran comparación que se puede hacer es que en la actualidad las figuras más jóvenes enfrentan una época mucho más difícil debido a las redes sociales. Hay mucha gente por ahí que puede comentar y criticar a los artistas casi de manera inmediata.
Si la voz de 'Hopelessly devoted to you' sintetiza al menos tres capítulos en la historia reciente del pop, estirar la mirada puede sumar otro: la apacible adultez artística que simboliza Las Vegas, la ciudad del pecado donde Sinatra, Elvis y Celine Dion se refugiaron cuando se hicieron mayores. De hecho, el antecedente más inmediato de su primera vez en la Ciudad Jardín fue una larguísima residencia en vivo en el hotel y casino Flamingo de la localidad estadounidense, la que empezó en abril de 2014 y culminó hace poco, en diciembre pasado. "Me lo pasé de maravilla en Las Vegas. Se suponía que sería un año, ¡pero se convirtieron en tres!", dice.
¿Qué significó para un artista como usted concentrar su carrera en un lugar como Las Vegas?
—Es una ciudad maravillosa, ya que hay tantas cosas que hacer allí, no sólo jugar. Realmente encontré ahí un gran sentido de comunidad. Con mi marido nos encantaba pasear a nuestro perro Raven durante largas caminatas por el Cañón Red Rock. Pero lo importante fue que una parte de cada boleto iba en ayuda de los programas de bienestar para mi hospital en Australia.
Luego de Viña, Newton-John no retornará a Las Vegas, pero sí se tomará un paréntesis sabático donde no caben la composición de nuevo material o los planes promocionales, bajo la distensión con la que hoy encuadra su trayectoria, digno de las estrellas que ya descansan en su leyenda: "Estoy haciendo mucho turismo. Amo viajar. Planeo tomarme un tiempo libre para mis vacaciones en mi spa personal Gaia Retreat & Spa en Byron Bay (ciudad australiana). Es mi lugar favorito para rejuvenecerme y relajarme".