Atrás quedaron todos los dibujos que tantas alegrías brindaron durante la década de los noventa. Y bien atrás. Por ejemplo, La Vida Moderna de Rocko, Johnny Bravo, Los Castores Cascarrabias, Ed, Edd y Eddy, entre tantas otras. Series meramente cómicas que se diferencian bastante del carácter que brindan otras animaciones que hoy por hoy acaparan la atención de los niños y los no-tan-niños. Excluyo de este listado a la que, seguramente, fue la más importante en la infancia de muchos: Oye Arnold, precisamente porque fue un paso más allá.

Un Show Más, Escandalosos, Steven Universe y Clarence, algunas de las caricaturas estelares de Cartoon Network en la actualidad, asumen de cierto modo ese papel, acaso ese camino que el Cabeza de Balón y compañía trazaron muy por encima: pueden (deben) ser vistas desde una perspectiva más adulta, porque son series que exploran todo tipo de temas. Algunos, incluso, inconcebibles para una serie infantil.

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Envidia es una palabra que me parece hasta mezquina para expresar lo que siento por todos esos tipos que precisan de unos pocos segundos para quedar knock-out. Conozco a muchísimos. Y a mí nunca me pasó. Capaz un par de veces, pero no debe escapar de un puñado muy-muy pequeño. Con desprecio, acaso tristeza, vivo cada noche el momento en que programo la alarma y sé que esa horita que marca el aparato hasta que suene alguna canción de mierda, disminuirá -en el mejor de los casos- un tercio.

Siempre me costó dormir. Tengo amigos que les pasa más menos lo mismo. Más menos porque no es igual. Cada uno tiene sus métodos, remedios que, por jocosos que parezcan, resultan efectivos para conciliar el sueño: ¿el más común? leer hasta cansar la vista, un escenario que considero injusto y que tampoco me funciona un carajo.

Hace no mucho, uno me mandó el link de una "técnica infalible" para dormir en un minuto. Algo como tomar aire cuatro segundos, mantenerlo en los pulmones otros siete y expulsarlo en ocho. Y repetir y repetir y repetir. Me atreví. Y humo.

El único método relativamente exitoso, porque no es instantáneo tampoco, es encender la tele y ver cualquier cosa por un rato. Ahí sí agoto la vista, dejo de intentar solucionar mi vida en dos horas, de pensar en el penal de Candelo, en los amores incompletos y de programar borradores que se quedarán por siempre en eso. Por fin caigo.

Un día, calculo que hace año y fracción, en una de esas noches de mierda, me dio por poner "monitos". Viudo de las series noventeras, bien hincha de Nickelodeon, esta vez busqué en Cartoon Network esperando encontrar algo antiguo, ojalá Pokémon.

Nada de eso. Del otro lado había un pájaro azul que hacía de todo por impresionar a un(a) cardenal rojo. Historia cortita. Incluso se consiguió el auto de su jefe para poder llevarla al aeropuerto. No entendía mucho el desarrollo, pero un par de chistes al principio logró atraparme. Sobre el final, lo importante: el azulejo dejaba a la chica que quería -era obvio- en su destino. Era el momento para declararse, pero su timidez le impedía pegar el salto. Se iba a quedar así, sin más. Rápido pensé: "¿cuántas veces fuimos todos este pelotudo?". Una idea que confirmé segundos después, cuando la chica asumió el protagonismo, le dio el esperado beso y el "héroe", ya fuera del aeropuerto, comenzó a celebrar su propio título del Mundo. Una escena musicalizada, además, con "We Are the Champions" de Queen. Todos fuimos Mordecai.

Fue mi primer acercamiento a Un Show Más. Y a las "nuevas" series de Cartoon Network.

https://www.youtube.com/watch?v=K88V0iz0GK0

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Los dibujos para adultos no son una novedad. Hay por montones y desde hace un buen tiempo. Sin embargo, lo que sí resulta novedoso es el éxito que cosecharon este tipo de series, pensadas en principio para un público infantil, incluso sumando muchísimos seguidores adultos. En este punto cabe destacar: no son guiones complejos, ni tramas muy profundas; por el contrario, lo que define estas animaciones es precisamente que son sumamente digeribles: corta duración y estructura simple.

¿Y qué las hace distintas entonces? ¿Por qué atraen a público de todas las edades?

En el caso de Un Show Más, serie que relata el día a día de Mordecai y Rigby y sus aventuras como jardineros de un inusual parque, las tramas suelen apuntar acertadamente a ambos targets. En primera instancia, esa progresión tan bien lograda desde una jornada banal a escenarios tan cómicos como absurdos suele ser ideal para los niños. Si a esto le sumamos un sinfín de referencias a la cultura pop y a un imaginario que transporta al espectador a la década de los ochenta, es posible entender por qué no sólo son los pequeños quienes la disfrutan.

Por supuesto, las luchas de poder, amores incompletos, celos enfermizos y moralejas que ofrece suman un mayor atractivo. Aspectos que también pueden apreciarse, derechamente más acentuados, en otras series de la cadena estadounidense, como en Hora de Aventura, uno de sus mayores hits del último tiempo (y que seguramente merece una nota aparte por todo lo que implicó para este mundillo de los cartoon).

Incluso animaciones acaso menos arriesgadas, más apegadas a la ya clásica oda a la infancia, como Clarence, asume muchas veces un rol bastante más serio, distanciándose de lo puramente cómico para, solapadamente, evidenciar escenarios impensados hasta hace algún tiempo en una serie para pequeños: las dos madres de Jeff, la pobreza de Sumo o la situación familiar del propio Clarence son algunos ejemplos. Elementos que también destacan en series como Escandalosos o Steven Universe y que, además, demuestran que estamos en presencia de una generación de animadores que se opone totalmente a temas como el racismo o el machismo.

Antecedentes hay: Arnold, como se mencionó anteriormente, fue uno de ellos. Pero es inobjetable que Cartoon Network dio un paso más allá con estas caricaturas. Tomó el riesgo creativo y acertó diversificando el producto, incluyendo conceptos que permiten hablar de una animación para todos.