Dieciséis años lucen demasiado lejanos para la edición de Cannes que en 2017 cumple 70 años y que más que nunca quiere lucir con propiedad aquella máxima francesa de marcar la diferencia. Fue justamente hace 16 años, en el encuentro que se realizó en el año 2001, cuando Cannes comenzó a abrir sus exclusivas compuertas a los grandes tanques de Hollywood y a todo lo que tuviera un sabor añadido a popcorn y bebida gaseosa.
En mayo de aquel año no sólo se eligió a la película Moulin Rouge! como la cinta de apertura, sino que el gran evento del festival fue un adelanto de 20 minutos de La comunidad del anillo, la esperada primera parte El señor de los anillos, la trilogía que llenó las arcas de Warner Brothers y los bolsillos del director Peter Jackson por muchos años. La exhibición comprendió fastuosas fiestas temáticas en castillos ubicados en las colinas de Cannes, con garzones vestidos de personajes de la Tierra Media.
Con el paso del tiempo, Cannes intensificó aquel cortejo a Hollywood y abrió sucesivamente con películas como la animada Up, una aventura de altura (2009), la megaproducción Robin Hood de Ridley Scott (2010) o títulos dudosos como El código Da Vinci (2006) o Grace De Monaco (2014), con Nicole Kidman. Ahora, al parecer, aquel noviazgo con las grandes apuestas de Hollywood está en crisis de relación.
Ahora, para conmemorar sus siete décadas, el encuentro dirigido por Thierry Frémaux quiso poner lo mejor del llamado cine de autor y los talentos independientes de EEUU bajo la luz de su gran proyector y olvidarse de las fiestas en las colinas y las sagas de Hollywood. Por eso y tras varios años (a excepción de 2015) de películas estadounidenses en la apertura, Cannes parte hoy con un largometraje francés perteneciente a uno de sus realizadores más ilustres y exclusivos. Se trata de Les fantômes d'Ismaël, de Arnaud Desplechin, una propuesta que además reúne a actrices como Marion Cotillard y Charlotte Gainsbourg y que es protagonizada por Mathieu Amalric, una suerte de alter ego de su director.
El Festival de Cannes, a diferencia de la Mostra de Venecia, aún puede darse el lujo de olvidarse de las superproducciones y utilizar su poder mediático para exhibir el cine que no pasa por multisalas y que apela al cinéfilo. Claro, lo hace a la medida y sin olvidarse del encanto de las estrellas, y por la misma razón varias de las cintas estadounidenses de pequeños estudios que llegan este año sí tienen a estrellas en su elenco: es el caso de The killing of the sacred deer y The beguiled, ambas con Nicole Kidman; o de The Meyerowitz stories, con Dustin Hoffman; de Okja, con Jake Gyllenhaal y Tilda Swinton, o de Good time, con Robert Pattinson.
Todas aquellas cintas, sin embargo, se mueven bajo las coordenadas de la producción de cineastas lejos de Hollywood, acostumbrados a desestabilizar esquemas (como el griego Yorgos Lanthimos y su The killing of the sacred deer), a subvertir el género fantástico (como el coreano Bong Joon Ho, de Okja) o a apostar por personajes singulares y alienados (como el caso de los talentosos hermanos Ben y Josh Safdie y Good time).
Maestros de ayer y de hoy
En esta edición habrá al menos cuatro realizadores europeos consagrados a los que Cannes les da pase libre para que muestren sus últimas incursiones: el austríaco Michael Haneke, el polaco Roman Polanski, la belga-francesa Agnès Varda y el galo Claude Lanzmann. Del primero, al que muchos ya postulan con serias posibilidades de obtener su tercera Palma de Oro, se dará Happy end, película con Jean-Louis Trintignant que se hace cargo de la crisis de los refugiados a través de una premisa en apariencia simple: la familia burguesa de los Laurent, que vive en la localidad de Calais, se enfrenta a la llegada de migrantes que se estacionan en el puerto.
Roman Polanski, cuya cinta Based on a true story se ofrecerá fuera de competencia, reclutó a Eva Green y Emmanuelle Seigner para una de sus clásicas narraciones de personajes consumidos por la obsesión: tras publicar su nuevo libro, una escritora debe lidiar con una admiradora algo complicada. Agnès Varda (responsable de Cléo de 5 a 7, una de las sobrevivientes de la Nueva Ola) está punto de cumplir 90 años y presentará Visages Villages, documental sobre su relación profesional con el fotógrafo JR y la fascinación mutua por los espacios abiertos. El nonagenario documentalista Claude Lanzmann, conocido por su monumental trabajo Shoah acerca del holocausto, traerá Napalm, una producción que recuerda una lejana relación sentimental que tuvo hace 50 años en Corea del Norte.
Hablando del país asiático, uno de los realizadores que este año se repite virtualmente el plato es Hong Sang-soo, quien mostrará en competencia Le jour d'après, y fuera de la contienda su largometraje La caméra de Claire. El primero se introduce en la historia de un ejecutivo de una editorial que mantiene un secreto affair con su secretaria y es descubierto por su esposa. La segunda obra, con Isabelle Huppert, pone su foco en los éxitos y fracasos de una profesora que dedica medio tiempo al colegio y la otra mitad a sus intereses como escritora.