Poco después de la una de la tarde, bajo 25 grados de temperatura probablemente magnificados por el gigantesco techo de tela de la carpa, llegó el momento de los flashes a las 113 figuras convocadas para la foto histórica. Eran demasiados y es probable que no en todas las imágenes se vea, quizás, al tímido maestro del horror italiano Dario Argento o a la actriz y directora francesa Agnès Jaoui, algo perdidos tras la corpulenta figura de Guillermo del Toro, uno de los llamados "three amigos" del cine mexicano junto a Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu.
Por supuesto, ellos también estaban. Pero además vinieron Gael García Bernal y Diego Luna, sus hijos pródigos de la actuación. Un poco más abajo se veía a las tres actrices más activas del cine francés: Isabelle Huppert, Juliette Binoche y Catherine Deneuve. Y junto las mujeres, aunque separados por otro buen grupo de estrellas fílmicas, posaban Antonio Banderas y su mentor Pedro Almodóvar. En la fila inicial las sienes plateaban un poco más, porque se trataba de gente de más años más en el cuerpo que, por ejemplo, Elle Fanning, la actriz de 19 años ubicada una fila más arriba que Benicio del Toro y dos más que Kirsten Dunst. Los de la primera línea eran 11 ganadores de la Palma de Oro, tres de ellos triunfadores en dos oportunidades: el reverenciado Michael Haneke, el infatigable Ken Loach y el olvidado Bille August.
La fotografía histórica ameritaba la presencia de aquellos cineastas, a quienes durante la velada de la noche se les unió David Lynch, ganador de la Palma en 1990 por Corazón salvaje, y Roman Polanski, triunfador en 2002 con El pianista. Los 113 de la foto fueron ayer la guinda de una torta de celebraciones por los 70 años del Festival de Cannes, probablemente el encuentro fílmico más prestigioso del mundo. Si se juzga por la cantidad de actores y cineastas convocados ayer (Claudia Cardinale, Monica Bellucci, Charlize Theron, Kirsten Dunst, Will Smith, Nastassja Kinski u Oliver Stone, entre muchos), se entiende que su poder de convocatoria es irresistible.
A pesar del ánimo entusiasta de los convocados, el día fue raro. Durante la tarde hubo un minuto de silencio en las escalinatas del Gran Teatro Lumière por las víctimas del atentado de Manchester y, por la misma razón, se cancelaron los fuegos artificiales dispuestos para iluminar el cielo estrellado del Mediterráneo. Pero ya en la noche, todo era otra vez alfombra roja y figuras llegando a la ceremonia en el mismo Grand Palais. Ahí fue cuando apareció David Lynch, recién llegado desde Los Angeles, y con su clásico peinado años 50 en forma. O Polanski, haciendo largas tomas y selfies con su Iphone. También retornaron los otros ganadores de la Palma y en esta oportunidad el griego Costa-Gavras por lo menos acertó en la combinación de colores: tras posar para el photocall de la una de la tarde con una combinación de zapatos cafés, calcetines rojos y pantalón crema, era difícil que se equivocara con un smoking negro.
Es probable que no todos estos ganadores de la Palma estén al mismo nivel (Claude Lelouch o Bille August no juegan en la misma división que Moretti, Polanski o Lynch), pero el Festival de Cannes está plagado de triunfos fútiles y participantes gloriosos. Como el Oscar, como los Mundiales, como cualquier concurso en la vida.