Maite Alberdi es de quienes piensan que, ante todo, lo que tienen los espectadores ante sus ojos son películas. Unas serán de ficción, otras serán "de la realidad". Pero películas son todas, nacidas libres e iguales en dignidad y derechos.

Fiel a este credo, la autora de El salvavidas y La once no explicita la condición no-ficcional de Los niños, ni en la pantalla ni en el afiche: más bien, despliega su relato en función de lo que la gran audiencia tiende a rotular como "una película". Entendiendo que crear el drama, solazarse con la ternura, reír con el humor inopinado y compadecerse del dolor ajeno, no es privativo del llamado cine argumental.

Este tercer largo cuenta sin complejos la historia de un grupo de compañeros de curso desde hace 40 años: "niños Down" con una sobrevida mayor que la mayoría de sus coetáneos con la misma condición. Con proyectos algunos de ellos, que hasta matrimonio incluyen, y todos con una función dentro del Coocende, el centro que los acoge. Pastelería y chocolatería, más que otras cosas.

En eso se llevan, empujados por la propia institución a ser adultos "conscientes" pero estrellados, a veces, con la realidad de que la alteración genética que los marcó antes de nacer les impide tener la vida que sueñan. Que un piso de independencia y de alegría no son iguales a un final feliz. Así les pasa a Andrés y Ana María, que se declaran públicamente su amor, así como el mutuo deseo de casarse y vivir bajo un mismo techo. Solos contra el mundo, y acaso contra sí mismos.

Dejando a posteriores conjeturas cuestiones como el grado de "actuación" de los involucrados o de la intervención de Alberdi en su material, Los niños gana una batalla fundamental: la de registrar y organizar un mundo que se puebla irremisiblemente, con el correr del metraje, de todo tipo de afectos, de paradojas, de inquietudes, de alegría desatada y de profunda desolación.

Filmado con atención a la variedad de las situaciones y las emociones, he acá una película a secas, conforme a las aspiraciones de la realizadora, que también es una experiencia de aquéllas.