No es el Movistar Arena que repletaron hace dos años, ni las multitudinarias giras por el norte y sur del país, ni las más de 100 mil copias que se han despachado hasta ahora de su debut discográfico, el álbum nacional más vendido del siglo. Tampoco los exitosos 15 singles que han lanzado desde 2010, los que aún lideran los rankings y los ubican como el grupo chileno que más suena en el dial. Para Italo y Enzo Vásquez, el principal motivo de orgullo de estos siete años de carrera es haber conseguido todo esto haciendo las cosas a su pinta, a espaldas de la televisión -pese a que han musicalizado ocho teleseries-, del Festival de Viña y de casi todos los códigos de la promoción tradicional.
"Es algo pensado, una estrategia consciente en ese sentido, pero por sobre todo tiene que ver con nuestra personalidad, con el equipo que tenemos y que nos demostró que podíamos hacer las cosas de una manera distinta al resto", resume Italo, sentado junto a su hermano en un rincón de la sala de ensayo-productora-guarida que ambos comparten en Ñuñoa, minutos después del pitazo final del Chile-Alemania. Es allí donde por estos días el dúo coyhaiquino trabaja en su tercer disco, programado para octubre y del que ya adelantaron dos singles; un LP sin título definido cuyo objetivo es saldar el único pendiente que ven en lo inmediato: el éxito internacional.
"Tenemos ganas de empezar a marcar presencia en varios países donde ya está sonando nuestra música, como Argentina, Bolivia y Perú. Hace poco nos pidieron un saludo desde la radio más grande de Costa Rica, donde también ponen nuestras canciones, y eso nos hizo preguntarnos qué pasaría si enfocáramos parte de nuestros esfuerzos hacia afuera", cuenta Enzo Vásquez sobre los planes de exportación del "pop cebolla", como bautizaron a su fórmula sonora en la que conviven la ranchera, el folclor local y los ritmos urbanos con el romanticismo de la radio AM que su madre mantuvo encendida siempre en la casa familiar.
Es precisamente con una de esas primeras influencias con quienes los autores de Juana María iniciarán en julio otra aventura inédita: su primera gira en conjunto con Los Angeles Negros, uno de los principales referentes que tiene su plan de expansión, así como el sonido del nuevo LP.
—¿Qué se puede adelantar de este próximo álbum?
—Enzo V: Ya llevamos siete años en esto, y si bien nunca vamos a soltar el pop cebolla, queremos renovar este sonido incorporando otros elementos. Somos amantes de la música antigua, de la de los 70 para adelante, la que llaman 'música AM'. Hay varios sonidos de esa época y de los 80 que no se escuchan en la radio hoy, pero que nos hacen mucho sentido.
—Italo V: Nos sentimos de alma vieja porque nos gusta mucho esa música. De hecho, los arreglos que incorporamos son parte de nuestro ADN. Por eso ahora queremos abrirnos un poquito más y sumar esos elementos de la electrónica de la balada, sintetizadores antiguos, cosas así.
—Los éxitos de sus otros discos, de 2010 y 2014, siguen entre los más tocados de las radios. ¿Hay una presión en eso? ¿Creen que lo nuevo competirá con sus canciones antiguas?
—E: Eso igual ocurre, pero lo vemos como algo más intuitivo. De hecho, a veces descartamos un acorde que ya hicimos en otro tema, pero eso es parte del desafío del músico, de no hacer siempre lo mismo.
—I: Es una competencia sana que nosotros mismos nos imponemos y quizás eso hace que las canciones sean más perdurables. Cuando hicimos, por ejemplo Miénteme una vez la sensación fue como 'oh la canción rica', y uno busca que la próxima te provoque lo mismo.
—El álbum coincide con su objetivo de expansión. ¿Qué planes se han trazado al respecto?
—I: Queremos posicionarnos donde nuestra música ya llegó espontáneamente. Hemos estado viajando e investigando, porque nuestro objetivo es empezar a replicar en otros países lo que pasó acá, expandiéndonos desde las provincias. Es algo sin apuro pero tampoco tanto, porque hay bandas que están ocupando nuestras canciones en Bolivia, en Argentina, incluso nos contactó un grupo brasileño que quiere versionar Enamorado y una banda sinaloense que va a hacer Miénteme una vez. Eso me pone un poco ansioso porque quiero que conozcan nuestras canciones pero por nosotros.
—Con ese objetivo, una vitrina como la del Festival de Viña podría ser muy útil. ¿Siguen rechazando la opción de actuar allí?
—I: Lo veo muy lejano. Nunca hay que escupir al cielo, pero si me preguntas ahora te digo que no quiero ir. Sin duda, ahora que estamos tratando de internacionalizarnos, nos damos cuenta que el Festival es súper importante en cierto circuito, que nos ayudaría en ese sentido, pero estamos buscando nuestro propio camino. Sentimos que la tele es muy voraz, agarra lo que le sirve en el momento y después lo desecha. Nosotros queremos cuidar nuestro trabajo, nada más, y esa decisión nos ha dado muy buenos frutos. Ahora, no nos queremos quedar con el crédito, a Chico Trujillo y al Bloque Depresivo también les ha ido bien siguiendo esa misma fórmula.