Pocas dudas hay en el hecho de que Orson Welles fue el mayor talento del cine, así como que este talento fue su mayor perdición en el seno de Hollywood.

Welles fue un artista visionario y único, dueño de una imaginería barroca y una personalidad volcánica, con la que se granjeó no pocas enemistades. Ahora, a más de un cuarto de siglo de su muerte, su mirada crítica sobre el mundo del cine y de algunos de sus colegas, vuelven a aflorar en un libro del historiador Peter Biskind, disponible en Chile bajo el título de Mis almuerzos con Orson Welles. Conversaciones entre Henry Jaglom y Orson Welles (Anagrama), y que contiene las charlas íntimas e informales que el cineasta y actor tuvo a lo largo de varios años con su colega y amigo Henry Jaglom.

Laurence Olivier era un "estúpido", Spencer Tracy "odioso", Charles Chaplin "arrogante" y James Stewart un "mal actor", son algunos de los calificativos de Welles que fueron grabados en cintas de audio por Jaglom y que permanecieron en su garage por tres décadas.

Las conversaciones ocurrieron en el restaurante Ma Maison de Los Ángeles, donde incluso se reproducen los comentarios de los meseros, y un relajado Welles dio rienda suelta a su confianza con su interlocutor, señalando que la actriz Joan Fontaine tenía "dos expresiones" y que a la celebrada Bette Davis, "no podía mirarla así es que no puedo verla actuar". Incluso repasó a Alfred Hitchcock, de quien dijo que "nunca entendió su culto. Particularmente sus últimas películas americanas (..) y están iluminadas como programa de televisión", y agregó que "La ventana indiscreta es una de las peores películas que he visto".

Las charlas, ocurridas cuando el director de Ciudadano Kane, Sed de mal y El proceso, ya era un paria dentro de Hollywood, pueden reflejar la amargura del cineasta sobre el mundo del cine y de su lugar en él. "Nunca sufrí por estos 'chicos viejos malos' (los nuevos ejecutivos). Sólo he sufrido con los abogados y los agentes", dijo.

Una sabrosa anécdota del libro, que es reproducida por la revista Vulture, es cuando se acerca a su mesa el actor Richard Burton, quien le dice que su esposa, Elizabeth Taylor, está afuera y quiere pasar para conocerlo. "No. Como puedes ver, estoy en mitad de mi comida. Yo iré cuando salga", responde, y su amigo Jaglom le contesta que "te has comportado como un imbécil. Eso fue muy rudo", a lo que Welles le responde que "no me patees abajo de la mesa. Odio eso. No necesito que seas mi conciencia, mi Pepe grillo judío" y agrega que "Richard Burton tenía un gran talento, pero él arruinó sus grandes dones. Se convirtió en una broma con una esposa celebridad".