Serú Girán ya era una potencia en Argentina y aquel fue el primer desafío en el exterior y enfrente de un público exigente. Weather Report, en cambio, era una banda considerada como una divinidad para los entendidos. Gran parte del mérito le correspondía a Jaco Pastorius, uno de los músicos más geniales de este siglo. Revolucionó el modo de tocar el bajo eléctrico e impuso el sonido "fretless", tocando un bajo sin trastes. Eran los tiempos del jazz-rock, una corriente que pegó muy fuerte en la comunidad musical de Buenos Aires. Hasta Serú acusaba influencias de Weather Report, las que se reflejaron, de movida, en el estilo de Pedro Aznar. "Tengo que reconocer que Pedro fue muy, pero muy rápido, y cazó la de Pastorius antes que nadie y mejor que ninguno. No tengo ninguna duda de que Pedro es uno de los mejores bajistas de la tierra", concluyó García en No digas nada, el libro de Sergio Marchi.
Weather Report, Serú Girán, Pat Metheny y otros músicos compartieron el hotel. "Estábamos en el Intercontinental de Río en el Festival de Jazz —explica Zoca, su ex novia, en la publicación—. En el comedor, Jaco se acercaba a nosotros y nos decía algo así como 'esa ensalada está muy buena'. Después venía, nos mostraba otra cosa y nos decía, 'tienen que comer eso, está bárbaro'. Cada tanto molestaba con algo. Charly ya estaba harto, pero él es muy respetuoso: para pelearse con alguien, tiene que tocarle algo muy fuerte. En un momento, Charly le paró el carro y le dijo 'está bien, ya vamos a comer la ensalada, basta'. Yo lo vi tan sacado a Jaco… Estábamos en la piscina, nos sacábamos fotos y Jaco nos venía a decir que no sacáramos fotos, porque él era indio, y las fotos nos robaban el alma. Era muy raro".
En realidad, Jaco le codiciaba la mujer a Charly, que comprendía la situación, pero le daba no sé qué frenarlo, no tanto porque el otro fuera un músico talentoso y famoso como él. O tal vez sí: porque Jaco, con su manera de ser, había fascinado a Charly. "Hola, soy Jaco Pastorius, el bajista más grande del mundo", fueron las palabras que eligió como presentación, desde el comienzo y hasta el final de su carrera. Se encargó de hacérselo saber a García durante su estadía en Río de Janeiro.
"Lo vi hacer cada cosa: Jaco se tomó la línea más grande del mundo, pegó tres vueltas carnero en el aire y se tiró a la pileta —contó Charly—. El tipo doblaba los dedos hasta la muñeca. Jamás vi a nadie hacer eso. A Pedro lo humilló y le dijo 'todos me roban, y vos también me robás'. ¿O no? Y es verdad: si hasta los teclados ahora vienen con un sonido de fábrica que se llama Jaco. Joe Zawinul era un viejo verde. Wayne Shorter tocaba y tenía una mujer rarísima. La única aproximación a lo humano era Peter Erskine. Cuando los vi acá y fui al camarín, no me dieron bola. '¿Dónde es la fiesta?', les dije para tirarles una onda. 'Nosotros somos la fiesta'. Eso me contestaron".
Una noche Charly y Zoca escucharon golpes en la puerta de su habitación. Se despertaron y vieron nada por el ojo mágico. Cuando abrieron comprobaron que en el pasillo no había nadie, pero encontraron algo extraño: dos líneas blancas, larguísimas, hacían un curioso recorrido que iba desde la puerta de su habitación hasta la otra punta del hotel. "Seguimos el rastro, cual Hansel y Gretel, y llegamos a la habitación de Jaco hechos Pablo Mármol y Pedro Picapiedra. Le golpeamos la puerta, y cuando nos abrió le dijimos a coro: 'Jaco, sos el más grande del mundo'".