Mix inhabitual de aplicación narrativa y ojo experimental, el segundo largo del chileno/estadounidense Niles Atallah (Lucía) se provee de un amplio rango de elementos escénicos y montajísticos para descalcificar el mito de Orélie-Antoine de Tounens, el abogado francés que en 1862 fue ungido rey de la Araucanía. La cinta, que usa material de archivo, que se valió de tres tipos de cámara en el rodaje y que a ratos pone máscaras a sus personajes con la imagen de sí mismos, se vertebra en torno al juicio del que fue objeto el protagonista tras su captura. A partir de la memoria del personaje y de la conjetura histórica, se va tejiendo una reconstrucción inquieta del mundo, de las personas, de la naturaleza. Para que esta deje de ser, por un momento, la anécdota irrelevante de los viejos textos escolares. He acá una expedición por tierra movediza que confirma una sospecha del propio director: que estamos frente a un poeta romántico vestido de monarca del fin del mundo.

https://www.youtube.com/watch?v=um2_YfGjURI