El poder de la realidad: los documentales que van por un Oscar

Favorita de la crítica como pocas veces se ha visto, esta cinta del director de On the ropes (nominada en 2000) sigue los pasos de la primatóloga y antropóloga Jane Goodall (Londres, 1934) a través del montaje de un centenar de horas registradas en los años 60, con el auspicio de la National Geographic Society. En 1960, la entonces secretaria del paleontólogo Louis Leakey fue escogida para conducir en Tanzania una investigación sobre los vínculos entre monos y humanos primitivos. Ella, que no había ido a la universidad y que viajó acompañada por su propia madre, extrajo saberes que revolucionaron el conocimiento del reino animal. Y tan inaudita experiencia se restituye ahora junto a la música de Philip Glass.

Jane

De Brett Morgen. EEUU, 2017. 90 min.

Streaming disponible desde 23/1 en amazon.com.

Hace once años, La verdad incómoda fue un acontecimiento que se insertó en la cultura pop (aparte de llevarse dos Oscar) y que no se contentó con su condición de grito de advertencia. Didáctica y urgente, la cinta fue un llamado a la conciencia sobre la catástrofe ambiental en curso. Ahora, el expresidente Al Gore vuelve a escribir y protagonizar una cinta que desde el trailer promocional instala a Donald Trump como el enemigo de toda salida razonable a la crisis. A no dudarlo, un llamado a la acción.

An inconvenient sequel: Truth to power

De Bonni Cohen y Jon Shenk. EEUU, 2017. 98 min.

Streaming disponible en amazon.com.

El Oscar honorario se entregó en 2017 a Agnès Varda (Bruselas, 1928), responsable de cintas icónicas como Cléo de 5 a 7 y Los espigadores y la espigadora. Lo singular es que, en paralelo, la cineasta estrenó Faces places. Codigirida por el joven creador JR, la cinta los tiene a ambos haciendo una tournée por pueblos franceses, fotografiando a la gente y pegando gigantografías suyas en las paredes, entre otros procedimientos que descolocan. En la última edición de Cannes, donde fue la mejor de su categoría, alguien hizo ver que, mientras The square ironizaba brutalmente con el mundo del arte, esta cinta juguetona y encantadora extraía el goce de la creación desde las entrañas de la vida misma.

Faces places

De Agnès Varda. Francia, 2017. 89 min.

Según la revista Variety, que algo sabe de la industria y de la Academia, City of ghosts está muy bien aspectada, habiéndose ya impuesto sobre sus contendores en premiaciones decisivas. El filme trata de un grupo de habitantes de Raqqa (o al Raqa), milenaria ciudad siria que vivió el entusiasmo de las protestas contra Assad y luego el infierno, después de que la urbe se convirtiera en la capital del Estado Islámico. Periodistas por necesidad, divulgadores del horror. Dirige el mismo realizador de la notable Cartel Land.

City of Ghosts

De Matthew Heineman. EEUU, 2017. 92 min.

Streaming disponible en amazon.com.

El mediático artista chino Ai Weiwei, que anuncia una retrospectiva en Santiago a partir de abril, presentó el año pasado en Venecia un filme dirigido por él mismo: Human flow. Se trata de un documental en el que recorre 40 campos de refugiados en una veintena de países. En estos lugares recaba testimonios y describe condiciones de vida. La idea es ir más allá de los clips de los noticiarios, transmitiendo una sensación de la escala de la crisis (y ojo con la escala de la producción).

Human flow

De Ai Weiwei. Alemania/EEUU/China, 2017. 140 min.

Streaming disponible en amazon.com.

Strong Island escarba en un ámbito recurrente de la categoría: las fracturas raciales en EEUU. Acá, el debutante Yance Ford aborda el caso de su hermano William, muerto en 1992 por un disparo cuyo autor -blanco- alegó autodefensa y encontró eco en un jurado igualmente blanco. Como dice una de las voces del documental, el tema de la "negritud" está en juego y la cinta así lo deja ver, dando cuenta de las consecuencias del caso en la familia Ford. "Un viaje auténtico y doloroso a la injusticia", tituló The Guardian.

Strong Island

De Yance Ford. EEUU, 2017. 107 min.

Disponible en Netflix.

Favorita del público en Sundance, Icarus nació del interés de su realizador en demostrar que las pruebas de drogas a las que se someten los deportistas internacionales son "una porquería". En el camino, eso sí, conoció a un científico ruso y por su intermedio descubrió que las cosas eran aún más sucias de lo que nunca había imaginado. Y su documental se transformó en un thriller geopolítico de aquellos. Un filme "iluminador", al decir de The New York Times, y que resulta particularmente oportuno.

Icarus

De Bryan Fogel. EEUU, 2017. 121 min.

Disponible en Netflix.