Miguel Bosé en Viña: si tú no vuelves
A 41 años de su debut discográfico y tras diez visitas, el romance completa su círculo y quizás es el momento preciso de cerrar el ciclo viñamarino.
La línea de tiempo entre aquel show de 1981 cuando era una figura subordinada en aquella edición en que la balada tradicional española de los 70 se despedía con Julio Iglesias y el número de anoche, traza la biografía de una figura que ha crecido, ha evolucionado pensando siempre que el público merece más que clichés románticos, y que también ha envejecido. A ese artista -Miguel Bosé con 61 años- ya le queda poca voz, las últimas reservas de una garganta que nunca fue exuberante. Pero Bosé ofreció siempre una moneda a cambio. Para diferenciarse de la generación previa, su número es más que música. Suma baile, vestuario estudiado, gestos, seducción. Todos esos elementos estuvieron presentes en la primera noche de festival para reforzar uno de los cancioneros ineludibles en la historia del pop hispanoamericano.
Las redes sociales ardían especulando que en los primeros temas su voz se apoyó en pistas. Si el grueso de su espectáculo hubiera dependido de aquel artilugio, de acuerdo, cerremos por fuera. Pero no es el caso. Miguel Bosé cumplió con la expectativa. Trajo sus mayores éxitos, que son incontables.
Con Bosé la banda no solamente se encarga de sus instrumentos de manera impecable, sino que participa de movimientos orquestados y forman un conjunto escénico junto a los coristas que refuerza la idea de un pequeño ejército ante un lugarteniente de mirada sugerente. "Sereno", "Duende", "Nena", "Aire soy" y "Mirarte" fueron las primeras, pero solo al turno de "Nada particular" sucedió la liturgia. Con las luces más bajas y la voz más firme, fue uno de los momentos de la noche.
Luego ese medley que siempre parece algo así como un trámite para Bosé con sus primeros éxitos, también los más atesorados por el público, donde apretujó "Amiga", "Morir de amor", "Creo en ti", "Linda", "Don Diablo" y "La chula". Tras aquel bloque encajó "Como un lobo", una de sus mejores piezas, canción que a fines de los 80 lo convirtió en un neoclásico. Siguieron las composiciones de su etapa de madurez, cuando ya había encontrado una rúbrica musical que le alejaba del estereotipo del baladista, cortes como "Sevilla", "Morena mía", "Si tú no vuelves", "Gulliver", "Bambú" y "Bandido".
Si Miguel Bosé nunca más pisa la quinta Vergara, lo de anoche fue un cierre a la altura. A 41 años de su debut discográfico y tras diez visitas, el romance completa su círculo y quizás es el momento preciso de cerrar el ciclo viñamarino.
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