Una Quinta juvenil se rinde sin problemas a Jesse & Joy y Alison Mandel

jessejoy

En una noche con poco nervio y de espíritu casi adolescente, el furor fue propiedad de los mexicanos. En el humor, la comediante triunfó con una rutina que volvió sobre las diferencias de género.


Julio Iglesias y Prince Royce. El primero aseguró tras triunfar en Viña que si tuviera un hijo le pondría Chile. El segundo advirtió en 2012 que le debía su éxito al público nacional y que tenía que devolver en algún momento tal espaldarazo. Con el último, anoche el evento aprovechó de reírse de las promesas más exageradas y oportunistas que suelen disparar las estrellas cuando pasan por la Quinta Vergara, aquella que apunta a vincular casi una carrera completa con lo que alguna vez sucedió en la Ciudad Jardín.

De esa manera, en un video un anónimo golpea la puerta de la habitación del bachatero, jurado del evento, para cobrarle esa deuda. Y luego asoman una serie de famosos que le solicitan dinero, lo obligan a realizar labores de gasfitería o tratan de arañar algo de esa frase épica con que alguna vez coronó su éxito en el Festival. Entre ellos, María Eugenia Larraín, Paz Bascuñán y Di Mondo.

Tras ello, poca estridencia para la aparición de los animadores. Quizás tenía que ver con la menor o más lenta afluencia de público al recinto, con algo más de baches y espacios que en las tres jornadas anteriores, aunque con una imagen plenamente definida: se fueron los sombreros y las plumas galácticas que 24 horas antes se habían elevado con Jamiroquai, para dar espacio nuevamente a los artilugios juveniles, como los cintillos fluorescentes. Una sola mirada bastaba para constatar que el público rondaba los 20 años, enamorados de la fórmula de baile, coquetería, dulzura y algo de piel que ofrecían los comensales de la velada, el dúo mexicano Jesse & Joy y el propio Royce.

Pero los primeros suspiros y aplausos estaban reservados para los hermanos mexicanos. Y puede que la Quinta armándose a tranco lento haya sido un espejismo. Desde el inicio del espectáculo con No soy una de esas, el griterío y el karaoke fueron inmediatos, comandado por muchos niños quizás autorizados para vivir esta noche la inigualable sensación del primer concierto de sus vidas.

Una de ellas se subió al escenario, aunque los invitados adquirieron más edad con los cubanos de Gente de Zona, con quienes cantaron 3 A.M., uno de los instantes más coreados. Al final, ambas Gaviotas fueron pedidas de forma aplastante, reafirmando que la velada era una cuestión de jóvenes dispuestos a devorarse un viernes por la noche.

A_UNO_905028.jpg

Algo parecido sucedió con la humorista Alison Mandel. El casi ya fenecido "Monstruo" se entregó sin problemas a una rutina que insistió en las diferencias de género, en los relatos de los problemas entre hombres y mujeres, en las historias cotidianas, en las aventuras nocturnas con amigas, en el avance de la edad, todo como la gran tendencia que ha dominado el espectáculo en esta versión, en un léxico muy similar a lo mostrado por Jenny Cavallo.

El público rió y aprobó sin mayores contratiempos a la ex integrante de El club de la comedia, pese que dejó la sensación de no materializar un show descollante. Pero la audiencia no estaba para angustias: cuando la vida es joven, el calendario indica un viernes en la noche y es el fin del verano, los involucrados sólo quieren divertirse.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.