La nueva cinta del finlandés Aki Kaurismaki, El otro lado de la esperanza, comienza en la sala de máquinas de un barco anclado en el puerto. De entre el carbón, vemos surgir la tiznada figura de Kahled, un polizón que viene escapando de la guerra en Siria. Sin dudarlo, va directo a la policía a solicitar asilo en el país. En otro rincón de la ciudad, un matrimonio se disuelve. Waldemar Wilkstrom ha decidido abandonar a su mujer, vender su negocio de ropa y comenzar de cero con un restaurante. Pronto la vida de estos dos personajes se cruzarán y una extraña amistad surgirá en medio de algunos líos de deportación.
Seis años han pasado desde que Kaurismaki estrenara su cinta anterior, El puerto. Como en aquella, nuevamente se interna en la problemática de la inmigración ilegal, con sus personajes singulares, su humor seco, una estética imposible de definir temporalmente, además de una empatía por sus héroes que resulta única. De pocas palabras, sus protagonistas son definidos por las acciones que realizan más que por lo que dicen, como es la secuencia en que Wilkstrom abandona a su mujer. No se dice ni una palabra pero entendemos toda la desdicha y los problemas que se encierran en ese hogar. Kaurismaki, un genio en la economía en el relato, demuestra que menos es siempre más.
Esta cinta, una historia que habla del desarraigo, la soledad, la esperanza y el tratar de hacer lo correcto, podría ser terreno fértil para subrayar la crueldad humana y la indiferencia en la que, como sociedad, nos hemos sumergido; pero el finlandés -un optimista y humanista- toma la tangente y se interesa por la bondad y el entendimiento entre sus dos protagonistas, quienes, más allá de provenir de realidades muy distintas, son muy parecidos. Wilkstrom se transforma en un tutor del joven Kahled, le da un empleo, identificaciones falsas y hasta un lugar para vivir, todo mientras trata de hacer surgir su restaurante acompañado por un variopinto trío de empleados. Pero no todo es felicidad ni ocurre de manera fácil, menos en una historia de este director. La violencia y el racismo también están presentes, y conducen esta historia a un final ambiguo aunque esperanzador.
Kaurismaki ha anunciado que después de esta cinta se retira del cine. Sería una pérdida para el séptimo arte que esto ocurriera, pero si es así, El otro lado de la esperanza es una despedida en grande de uno de los grandes cineastas actuales.