El sentido del espectáculo
Jean-Michel Jarre escribía el futuro hace 40 años cuando la electrónica no era asunto de pastillas y élite, sino parte de un pop que hoy tiene como vástago a la EDM. Esa gente de hace cuatro décadas, la gran mayoría hombres que de adolescentes alucinaban con un mañana computarizado y seguían a los profetas de ese sonido como esta legendaria estrella francesa, anoche colmó el Movistar Arena.
Lo que podría ser un número de nostalgia basado en los numerosos singles instrumentales que Jarre impuso en los 70 y 80, tiene poco de añoranza y mucho de absoluta modernidad. La propia estampa de Jean-Michel es una verdadera declaración de principios sobre vitalidad y juventud, a pesar de que la partida de nacimiento timbra 69 años. Luce como si tuviera tres décadas menos.
Con un retraso de 20 minutos el músico irrumpió en escena precedido de la proyección de un gigantesco cubo sobre distintas pantallas móviles. Porque ese es un detalle en el show del francés: el movimiento constante, la acción incansable a través de un espectáculo lumínico colmado de imágenes abstractas, paneles móviles, pantallas traslúcidas y diversidad de rayos láser en distintos colores y formas. El preámbulo continuó con sonidos semejantes a una sirena interestelar. Jarre apareció al centro del escenario sobre una tarima con sus teclados y diversas máquinas flanqueado por dos percusionistas.
El sonido era sencillamente espectacular, de alta resolución y con efectos en estéreo. Con Oxygene 2 la memoria del publico viajó hasta cuanto aviso se musicalizó con la obra del astro francés que presagiaba el futuro cuando los computadores eran asunto de películas holywoodenses sobre la Guerra Fría.
Continúa Webspinner y la gente hace palmas mientras lásers y luces electroboscópicas copan el Arena.
Al turno de Exit anuncia que la compuso con Edward Snowden, el ex miembro de la CIA que reveló programas de vigilancia masiva. El pulso del tema es acelerado, una escapatoria, tal como lo sugiere su título. El sonido de Exit se ahoga como si entrara a un túnel hasta que por la pantalla gigante aparece Snowden hablando del derecho a la privacidad.
Llega el melancólico sonido de los teclados que inmortalizaron a Equinoxe 7. Las imágenes muestran que Jarre y sus músicos tocan cada nota, efecto y golpe de percusión, electrónica ejecutada con gran energía. Hacia el remate de Conquistador el francés se cuelga una guitarra eléctrica y le da un toque de metal industrial al corte con el riff final suspendido.
Presenta entonces Oxygene 8. Lleva una cámara en sus lentes oscuros y por las pantallas se muestra lo que él ve, teclas y perillas, mientras imágenes caleidoscopicas se suceden. Jarre salta y pide palmas. Láser rojos, naranjas y amarillo asaltan todo el recinto. Ante el pulso bailable, una parte de la platea se levanta. Esto es una fiesta y los asientos sobran. Regresa la EDM y no hay respiro. Jean-Michel Jarre habla del siguiente tema sin mencionar su nombre. Pide que la asistencia encienda sus teléfonos para una canción que compuso sobre el cambio climático. Llega entonces un clásico entre clásicos de la electrónica: Oxygene 8.
El concierto recién va por la mitad pero ya hay una certeza cuando aún no acaba el primer trimestre de 2018. Este será uno de los shows del año en Chile.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.