El efecto bola de nieve que ha generado La casa de papel en Netflix es casi inédito. La serie española fue incorporada al servicio de streaming a fines de diciembre, pero no fue hasta a mediados de febrero que se empezó a detectar un arrastre masivo que sólo ha ido creciendo. Todo esto prácticamente sin ninguna promoción.

Como siempre, Netflix no entrega cifras de audiencia de las producciones de su catálogo, pero evidencia sobra para probar el éxito de la serie, que muestra un elaborado asalto a la Fábrica de Moneda española. La casa de papel aparece entre las opciones más populares en aplicaciones de consumo televisivo, como TV Time, tiene miles de menciones en redes sociales, es objeto de análisis por parte de múltiples medios en todo el continente y, en el rito definitivo para consagrar cualquier fenómeno de la cultura pop, ha dado lugar a un buen número de memes.

"Ha sido bastante sorprendente desde España, sobre todo porque aquí no fue un gran éxito", asegura la crítica televisiva del diario El País de España, Natalia Marcos. En su país, la serie fue emitida por el canal local Antena 3 entre mayo y noviembre del año pasado, dividiendo su única temporada en dos partes. "Arrancó con mucha fuerza, por encima de los cuatro millones de espectadores, que aquí ahora para una serie es muchísimo, pero fue perdiendo audiencia poco a poco. La primera parte de la serie se mantuvo con buenos datos en general pero la segunda parte, que emitieron tras el verano, cayó bastante. En general, diría que no fue un éxito ni un fracaso, pero con el buen arranque que tuvo se esperaba más de ella", agrega Marcos.

Netflix estrenó en diciembre sólo la primera parte de la producción, transformando los nueve capítulos que emitieron en España en 13, acortando sus duraciones. La segunda parte, que incluye los últimos seis episodios, está disponible desde hoy.

Entendiendo un éxito

La casa de papel sigue a un grupo de criminales sin ninguna relación entre ellos, que son reclutados por un hombre sólo conocido como "Profesor" (Álvaro Morte) para robar la Fábrica de Moneda de España. El cerebro de la operación crea un complejo plan para tomar el recinto, secuestrar a un grupo de rehenes para tener una ventaja y permanecer días dentro del lugar, imprimiendo sus propios billetes. Así, el enigmático Profesor se va anticipando a cada paso que da la policía durante la operación, iniciando una dinámica del gato y el ratón con la detective a cargo de resolver la tensa situación (Itziar Ituño).

A los criminales encargados de realizar el atraco sólo se les conoce por alias que tomaron para evitar conocer sus nombres reales, y a medida que avanzan los días refugiados en el recinto comienzan a aflorar las personalidades de cada uno: la impredecible y atormentada Tokio (Úrsula Corberó), el siniestro Berlín (Pedro Alonso), el inocente Río (Miguel Herrán), el bonachón Moscú (Paco Tous) y más.

Por supuesto, no todo sale según lo planeado y complicaciones, tensiones y secretos comienzan a poner en riesgo el éxito de la misión.

La serie ha recibido buenas críticas y cuenta con un diseño de producción de alto nivel, acompañado de algunas actuaciones destacadas. Pero otras producciones de características similares no se han transformado en el éxito que es La casa de papel. Para Natalia Marcos, una de las razones que podría explicar el sorpresivo arrastre fuera de su país es "un diseño cuidado al nivel de producciones internacionales y un ritmo de thriller que engancha mucho para poder ver en maratón. Visualmente es una serie muy potente. La labor del director de fotografía, Migue Amoedo, es brillante. Es muy fácil identificar la careta de Dalí (las máscaras que utilizan los atracadores), los trajes rojos. Engancha y llama mucho la atención estéticamente".

Además de su éxito en otros lugares de Europa, como Francia e Italia, Latinoamérica es una de las regiones donde más se puede rastrear el arrastre de la serie. "Una de las cosas que yo puedo considerar como un factor es el lenguaje. La mayoría de las series que son un suceso tanto en premios, como en críticas o en otras cosas, son estadounidenses. Creo que el hecho de que sea español hace más empatía con el público latino. Y el melodrama de la serie es un componente que nos es familiar; hay varias historias de amor. Además, se potencia lo visual con una estética de película", opina Erika Monroy, comentarista de espectáculos del diario El Universal de México.

El factor lenguaje sumado a la calidad de su producción parecen ser claves en su popularidad en la región y en el masivo boca en boca que ha generado. "Si tuviera que apuntar a una razón de su popularidad en Latinoamérica, es el idioma. No conozco series tan bien hechas en español y tras La casa de papel dan ganas de ver más", señala Alfonso Rivadeneyra, del diario El Comercio de Perú.

A pesar de su éxito, el futuro de La casa de papel es incierto. Los seis episodios que estrena Netflix hoy son los últimos que emitió Antena 3 en España, que siempre planeó la serie como una historia de un ciclo, sin señales por ahora de continuarla. Pese a esto, diversos medios ibéricos -y una cuenta aparecida ayer en Twitter llamada "El Profesor"- abren la opción de que el mismo servicio de streaming compre los derechos de la producción para darle más vida, pero hasta nuevo aviso el atraco se termina hoy.