Gepe grita "¡para, para!" hacia un costado y se levanta bruscamente de la batería la noche del domingo. Roberto Márquez de Illapu deja de tocar y su rostro delata cierta confusión, ha entonado versos sin volumen. El Movistar Arena repleto, aunque acomodado a la mitad de su capacidad, queda en vilo. "Bomba chaya" se ha desconfigurado en su ritmo base de inspiración altiplánica. La canción se apelotona y queda tirada a la mitad, inservible. Gepe avanza decidido hacia el centro del escenario y culpa molesto al sistema de retorno. El cuerpo de baile ataviado con vistosos trajes nortinos regresa al escenario y lo envuelve con su presencia. La canción comienza otra vez. El show debe continuar. Aquí no ha pasado nada.

Daniel Riveros lleva meses anunciando su arribo en el mayor recinto techado de la capital. Debutar en el Movistar es un hito en su carrera solista de 13 años y media docena de álbumes. El último título Ciencia exacta (2017) no es lo mejor de su bitácora, sin embargo persiste eficazmente en confirmar que Gepe maneja un lenguaje musical colorido y diverso, al cual se suma una preocupación insoslayable por ofrecer espectáculo más allá de la música. Videos se sincronizan con las canciones, coreografías acompañan, salta el confeti y Gepe se mueve enérgico entre la guitarra, la batería o empuñando solo el micrófono, dominando esa voz prístina y taciturna.

A mitad del show asoma un quiebre dramático que convierte el espectáculo en un número folclórico centrado en la cueca con acompañamiento ad hoc. Gepe ha pasado del indie pop a la raíz, y luego vuelve a su repertorio más clásico y celebrado. Estos movimientos en apariencia disociados se ejecutan hilvanadamente. Los invitados se suceden. El público reacciona entusiasta ante la presencia de Pedropiedra, la leyenda cuequera María Esther Zamora y Camila Moreno. La respuesta es aún más efusiva cuando aparece Javiera Mena en "Un día ayer".

Gepe cierra con "Fruta y té" de GP (2012), el álbum más citado de la noche con nueve temas, y no deja pasar mucho rato antes de volver a escena solo con la guitarra para homenajear a Víctor Jara con "Deja la vida volar". Más adelante hará lo propio con una versión personalizada de "Las Flores" de Café Tacuva para avanzar con "TKM" y rematar con "Alfabeto" desde la batería, el instrumento donde muestra más comodidad y energía. Los redobles de pulso nortino se elevan y mueven a todo el público mayoritariamente femenino y juvenil. La canción termina y Gepe se levanta tras tambores y platillos con la adrenalina propia del remate, mientras un tom va a dar al suelo como si se tratara del final de un concierto de rock desatado. En un segundo bis el cierre es con "Un amor violento" de Los Tres.

Los aciertos y los yerros se funden en un saldo que deja la sensación de que Gepe ha cumplido más que airoso al desafío del Movistar Arena. Aún queda la meta de actuar ante el aforo completo. Pero la carrera de Gepe es así, un trabajo en progreso y evolución constante para confirmar un sitio como uno de los genuinos renovadores del pop nacional.