La obra del estadounidense Orson Welles, un cineasta del que se ha dicho prácticamente todo, adquiere un nuevo cariz analizada desde el prisma de sus pinturas, que muestra en un documental de Mark Cousins tanto su pasión por el arte como la influencia que este tuvo sobre él.
The eyes of Orson Welles, estrenado dentro de la sección de Clásicos del Festival de Cannes, saca de los archivos centenares de acuarelas, dibujos en tinta o lápiz, carboncillos, óleos, bocetos y caricaturas que Welles (1915-1985) hizo desde muy joven tanto en su Kenosha natal como en sus viajes por el mundo.
El trazo rápido y a menudo inacabado es sintomático de "su energía mental, su exuberancia, su apetito por la vida", explica a Efe Cousins, historiador cinematográfico norirlandés de 53 años, que en ese análisis interpela de forma directa a Welles.
En el documental, en el que participa su hija pequeña, Beatrice Welles, le habla en primera persona, con voz en "off" y un tono a menudo adulador pero también crítico, y recorre los sitios que marcaron la biografía del director, desde Irlanda hasta España o Marruecos.
Países que retrató en sus pinturas y a través de estas también en sus películas, donde algunos planos de The lady from Shanghai (1947), Othello (1951) o Chimes at midnight (1966) reproducen con exactitud esos bocetos de joven.
El genio de Citizen Kane no estudió Cinematografía, recuerda Cousins, sino Arte, y era ante todo "un artista gráfico, que pensaba 'en términos visuales'".
El expresionismo, el modernismo y el constructivismo ruso son algunos de los movimientos que más se plasmaron en sus bobinas. Alguna escena de cama de Chimes at midnight, añade Cousins, parece sacada de cuadros de Tintoretto.
El documental ahonda en su mirada para entender qué veía y cómo, y ese enfoque sirve al mismo tiempo para conocer mejor a un hombre hiperactivo e igualmente apasionado y dominante en sus relaciones personales, tanto con mujeres como, de forma no sexual pero sí íntima, con hombres.
"Amaba con tanta pasión como un torero", apunta Cousins sobre alguien que también era "muy visual en el amor". De Dolores del Río, Rita Hayworth o Paola Mori, con quien tuvo a Beatrice, se enamoró en un primer momento a través de sus respectivas actuaciones en la gran pantalla.
Sus dibujos habían permanecido hasta ahora en gran parte en la Universidad de Michigan y en casa de su hija pequeña, que permitió que Cousins escarbara a través de ellos en la intimidad del cineasta.
"Me preocupaba qué más decir de él, pero estoy seguro de que queda mucho. Por ejemplo, su relación con Asia o con Italia, o con ciertos temas, como la arquitectura. Hay mucho más de lo que hablar. Es lo que pasa cuando tienes a alguien tan fértil".
Cousins ya había presentado en Cannes, también en el apartado de Clásicos, A story of children and film (2013), y ahora regresa contento, dice, de volver a un festival "que es el mejor trampolín del mundo".
Más de tres décadas después de la muerte del cineasta, cree que esta época se habría acomodado bien a su desmesura: "Internet le hubiera encantado. Es difícil imaginar qué hubiera hecho, pero uno de sus problemas era conseguir dinero para sus películas, y ahora no habría necesitado tanto. Habríamos tenido dos filmes suyos al año".
La cinta comienza precisamente en el presente, al recordarle innovaciones como los teléfonos móviles o la llegada a la Casa Blanca de "un presidente (Donald Trump) que piensa que es Charles Foster Kane", y que, según añade Cousins, admira el poder de ese personaje, "sin darse cuenta de que era un monstruo".
https://www.youtube.com/watch?v=9Mg3pmLQO6c