The New Yorker, la revista en la que Philip Roth colaboró durante la mayor parte de su carrera, fue la encargada la noche de este martes de notificar el deceso, a los 85 años de edad, de uno de los más grandes escritores norteamericanos del último medio siglo.

La noticia fue refrendada luego por su agente literario, Andrew Wylie, quien declaró que la muerte del narrador se debió a una insuficiencia cardíaca congestiva.

El recordado autor de Pastoral humana (1997), que le valiera el Pulitzer meses más tarde, falleció más de cinco años después de anunciar, en vísperas de recibir el Premio Príncipe de Asturias, que Némesis sería su "último libro". El anticipo de su retiro llegaba tras haber publicado 33 títulos, el cuarto de los cuales, El lamento de Portnoy (1969), lo catapultó a la fama y lo visibilizó, dentro de las mayores plumas estadounidenses, como aquella que manejaba con maestría la irreverencia en su versión más cruda y sarcástica, porque, como él mismo decía, "la literatura no es un concurso de belleza en el plano moral".

egundo hijo de una familia judío-norteamericana, Roth creció en el barrio Weequahick, de Newark. Tras graduarse en la Universidad de Bucknell, inició un Doctorado en Filosofía que nunca llegó a puerto y, luego de obtener una maestría en Literatura Inglesa en la Universidad de Chicago, emprendió la docencia en Escritura Creativa en Iowa y Princeton.

Y fue precisamente su estancia en Chicago la que marcaría definitivamente el derrotero de sus letras: allí conocería a Saul Bellow, pero también a Margaret Martinson, su primera esposa, de la que se divorciaría en 1963 dejando una huella indeleble incluso como personaje de varias de sus obras, como Mi vida como hombre (1974).

"Su chorro de creatividad es casi shakespeareano", declaró a fines de los 90 el destacado crítico literario Harold Bloom. "Están DeLillo, Pynchon, Cormac McCarthy, pero en términos de diseño total y de inventiva y de originalidad, creo que Philip es lo que está más cerca de lo mejor", precisó en esa oportunidad.

Responsable de la trilogía compuesta por las novelas Pastoral americana, Me casé con un comunista (1998) y La mancha humana (2000), la irónica firma estadounidense fue también un entusiasta animador de las tertulias en torno a las letras, dando rienda suelta a diálogos donde alternaba el humor -hasta la carcajada- con la más despiadada respuesta a sus interlocutores, si era el caso. "Me levantaba, me marchaba de un portazo, si me preguntaban si hacía lo mismo que mis protagonistas les gritaba que sí, exactamente, ¡al pie de la letra!", recordaba el propio narrador.

Autor del volumen de memorias Patrimony (1991), el escritor examinó en él la compleja relación que mantuvo con su padre, obteniendo por esas páginas el Premio del Círculo Nacional de Críticos de Libros.

Agudo ensayista y observador de la sociedad norteamericana, Philip Roth obtuvo un sinnúmero de galardones, aunque su eterna candidatura al Premio Nobel, cuya entrega fue suspendida este año, nunca vio la luz.