Luego que Disney comprara Lucasfilm en 2012, la promesa para los fanáticos de Star Wars era ambiciosa: desde 2015, una nueva película de la saga sería estrenada cada año, hasta nuevo aviso. La meta se cumpliría no sólo con una nueva trilogía, sino además con una serie de spin-offs que explorarían distintas historias del universo creado por George Lucas.
La idea, si bien costosa, no parecía muy arriesgada. Después de todo, Star Wars es uno de los productos más confiables de Hollywood y más queridos de la cultura popular. Pero hoy, una saga que parecía infalible en lo financiero, pareciera estar viviendo su primer traspié. Luego de que el plan de Disney se ejecutara con éxito con el Episodio VII: El despertar de la Fuerza (2015), Rogue One: Una historia de Star Wars (2016) y el Episodio VIII: Los últimos Jedi (2017), sendos éxitos de taquilla, la última entrega, Han Solo: Una historia de Star Wars, ha tenido una primera semana en cartelera decepcionante.
La película, que sigue a una versión joven del personaje de Harrison Ford, esta vez interpretado por Alden Ehrenreich, obtuvo US$ 84 millones durante su fin de semana de estreno en Norteamérica, y unos preocupantes US$ 68.2 millones en el resto del mundo. En los días siguientes, ha alcanzado US$ 197 millones a nivel global. En Chile, sus encargados declinaron entregar cifras, pero los números estarían a la par con el moderado entusiasmo que se ha visto en otras salas del planeta.
Las cifras no serían mayor problema para muchas películas, pero Han Solo es particularmente costosa. La refilmación casi completa de la cinta en las últimas etapas de producción hicieron subir su presupuesto a, por lo bajo, US $ 250 millones. Es la primera cinta de la saga en la era Disney que no recupera su costo de producción en su primera semana.
Los resultados, muy por debajo de lo esperado, tienen a la industria analizando qué fue exactamente lo que transformó a Han Solo en el eslabón débil en la cadena financiera de una saga que sólo sabía de triunfos.
Un factor importante pareciera ser un problema de planificación. Han Solo se estrenó tan sólo cinco meses después de Los últimos Jedi. Es el tiempo más corto que ha transcurrido entre una película de la saga y otra, lo que podría haber jugado en contra de la necesidad del público por volver a entrar al universo de Star Wars. También está la época del año: por primera vez desde 2005, una cinta de la franquicia debutó en los meses de verano en Norteamérica (entre mayo y septiembre), el período que concentra la mayor cantidad de superproducciones. Mientras las entregas anteriores de la era Disney se estrenaron en diciembre, con poca competencia, esta vez la cinta tuvo dos grandes rivales: Deadpool 2, que irrumpió tan sólo una semana antes, y Avengers: Infinity War que a pesar de llevar un mes en cartelera, sigue acaparando una porción importante del público.
Tampoco ayudaron los bullados problemas de producción de la cinta, que despidió a sus directores originales, Phil Lord y Chris Miller cuando faltaban sólo días para terminar la filmación, siendo reemplazados por Ron Howard. El tumulto detrás de cámaras generó dudas sobre cómo sería el resultado final. Y a pesar que en críticas a la cinta no le ha ido mal, el recibimiento en general ha sido tibio, destacando su nivel de entretención, pero apuntada por su intrascendencia.
Según The Hollywood Reporter, los resultados de Han Solo han hecho replantearse su estrategia a Disney, un estudio acostumbrado a éxitos de taquilla. Aún no se renuncia a la idea de tener una Star Wars por año (las próximas serán el Episodio IX, más spin-offs de personajes como Bobba Fett y Obi-Wan Kenobi), pero sí estableciendo que nunca más lanzarán las cintas sólo unos cuantos meses después de la anterior. Y probablemente, Han Solo no tenga la secuela que alguna vez se especuló.
Sin muchos estrenos importantes en las próximas dos semanas, Han Solo aún puede recaudar los US $ 400 millones que necesita para recuperar su inversión en producción y promoción, con las proyecciones más optimistas aseguran que podría llegar a los US $ 450 millones. Eso sí, sería la película menos taquillera de la saga en sus 41 años de historia .