En mayo pasado, la NASA envió a Marte una nueva misión que tendrá la tarea de investigar el interior del Planeta Rojo y cuyo principal protagonista será InSight, una nave robótica. Pero cuando ésta llegue al planeta, en noviembre, no estará sola, ya que la misión contempla además dos pequeños satélites: Wall-E y Eva, que fueron bautizados por la agencia espacial de EE.UU. en homenaje a los protagonistas de Wall-E, la película que por estos días cumple 10 años, manteniendo intacto su estatus como una de las piezas claves de la historia de los estudios Pixar y del género de la animación cinematográfica.
Una llegada a las salas del cine del mundo, y también de nuestro país, que se gestó varios años antes, específicamente en 1994, en días previos a que Toy Story arribara a las pantallas del planeta. Cuando cuatro de los nombres claves de Pixar -Andrew Stanton, John Lasseter, Pete Docter y Joe Ranft- se reunieron para compartir nuevas ideas sobre próximas creaciones del estudio. "¿Qué pasaría si la humanidad tuviera que abandonar la Tierra y alguien olvidara apagar el último robot?", fue la pregunta que Stanton compartió en ese momento con sus colegas. Pero no fue hasta 2002, después de concretar otras cintas como Buscando a Nemo, que él empezó a escribir el guión de Wall-e.
Así, en el papel se desarrollo el que sería una de los filmes más demandantes, en cuanto a animación, de la crónica de Pixar. Si sus cintas en promedio requieren de 75.000 storyboards, el relato centrado en el robot compactador de basura necesitó de 125.000. Un nivel de detalle que luego se tradujo en la minuciosa descripción de un planeta Tierra invadido por la basura y la contaminación, como también de la nave espacial que en otra galaxia mantiene con vida a los últimos humanos.
Los dos escenarios donde se desarrolla la historia de Wall-E. Primero como un solitario encargado de la limpieza terrestre, que recolecta diferentes elementos que le parecen atractivos, en compañía de su mascota, la cucaracha Hal, y las canciones del musical Hello Dolly. Y luego como el anfitrión de una visita inesperada: Eva, una robot de última generación que tiene la misión de encontrar algún rastro de vida biológica en la Tierra y quien encandila a Wall-E, llevándolo a dejar su hogar y a viajar hasta la nave Axioma.
Y aunque el mismo Stanton aclaró que su principal intención fue hacer una película de amor, inspirada por clásicos del cine mudo, como las cintas de Charles Chaplin, y de la ciencia ficción, como 2001: Odisea del espacio, muchos destacan su visión sobre el consumo y la contaminación que expone, con la megaempresa Buy 'N' Large como la gran responsable. En su reciente edición, la revista estadounidense Nylon afirmó que, más allá de los méritos de la película, ésta también recuerda que las representaciones de las sociedades distópicas no son necesariamente las más aterradoras.
"A veces, las versiones más estremecedoras de nuestro futuro son de las que ya vemos destellos en nuestra realidad. A pesar de que Wall-E fue estrenada hace 10 años, la necesidad de consumo y el impulso por ganancias de las empresas sólo han aumentado. ¿Es una coincidencia que tantos multimillonarios, conscientes de cómo han contribuido al declive de nuestro planeta, se centren en los viajes espaciales?", es la pregunta que finalmente se hacen en Nylon.