Sharp objects, la miniserie que debutó en HBO la semana pasada y que estrena episodios los domingos a las 23 horas, es uno de esos dramas que se promocionan solos de tantos buenos elementos que tiene en el papel.
Primero: es una historia de misterio, sobre una periodista atormentada que vuelve por obligación a su ciudad -que parece ser el ejemplo máximo de "pueblo chico, infierno grande"- para escribir sobre una adolescente asesinada y otra desaparecida, y la posibilidad de un asesino en serie. Luego, el elenco está liderado por Amy Adams y secundado por Patricia Clarkson, como su excéntrica, egocéntrica e indolente madre. Y seguimos: la historia está basada en una novela de Gillian Flynn (Perdida), que también participó como guionista de tres episodios, y en la dirección aparece Jean-Marc Vallée, el canadiense que viene de ganar premios y aplausos por Big little lies.
Con todo eso en la premisa, el desafío de la serie parecía ser más bien el de no decepcionar. El de estar a la altura de las expectativas. Y Sharp objects lo logra, a ratos usando todas las fórmulas a mano y en otros tomando riesgos; por ejemplo en el ritmo. Porque -al menos en el primer episodio- el drama se mueve a paso lento, tomándose su tiempo para presentar los personajes principales, entre los que está el pueblo, sus habitantes, chismes y moral. "¿Cómo es Wind Gap?", le pregunta el editor del periódico a Camille (Adams), antes de darle la noticia de que tendrá que ir de vuelta. "Pequeño. La población se ha mantenido en 2 mil personas por años. La única industria es la carnicería de cerdos, así que tienes tus millonarios y tu basura", responde ella.
Con esto, se deja como elemento secundario el misterio de las niñas perdidas, que quizás sería una forma más fácil de enganchar al público que llegue a la serie en busca de un buen drama policial. Además, se aclara de inmediato que esta serie no tiene una gran interrogante, sino que dos. Porque tanto o más importante que el caso de las adolescentes, es el caso de Camille (Adams). El primer capítulo está lleno de preguntas sobre ella: por qué se fue, por qué su jefe la obliga a hacer esta investigación, por qué está tan dañada, por qué la relación con su madre y su pueblo es tan tensa y llena de resentimientos.
Mientras, a ella se la muestra como un checklist del ser atormentado: tiene una hermana que murió cuando ambas eran adolescentes, su vida es un desorden, es alcohólica, tiene problemas con su madre, escapó de su pueblo y se sugiere algún trauma o problema sexual. Junto con todo eso el cierre del primer episodio ofrece una imagen que indica que su falta de equilibrio es aún más profunda.
En estos dos planos, con estos dos misterios, es que Sharp objects entregará ocho episodios que se prevén llenos de angustia, arrepentimientos, revelaciones y momentos de catarsis, ayudados por una banda sonora protagonista y que se la juega por canciones que van desde Engelbert Humperdinck hasta Led Zeppelin.
Una serie bien hilada y llena de preguntas por resolver, que puede convertirse en uno de los aciertos televisivos del año.