¿Quién es Mauricio Rojas, el historiador liberal y converso que llega a Cultura?

El ex presidente Sebastian Piñera asiste al lanzamiento del libro La historia se escribe hacia adelante

Consejero de Piñera y amigo de Ampuero, el co-autor de Diálogo de conversos llega con la compleja misión de instalar una nueva institucionalidad, designar al nuevo Consejo Nacional de Cultura y, por lo pronto, decidir sobre los jurados para los premios nacionales de Música y Literatura.


Nacido en 1950, Mauricio Rojas Mullor salió de Chile a los 23 años, primero rumbo hacia Mendoza, Argentina, en 1974, y luego con destino a Suecia.

Fue en ese país, que durante años acogió a miles de chilenos exiliados, donde se produjo su metamorfosis política al alero del gobierno del presidente socialdemócrata Olof Palme (1927-1986).

Según él mismo ha contado, creyó ver el estado de bienestar llevado a extremos peligrosos. Lo que aceleraría su tránsito desde el MIR a la centroderecha en su exilio sueco.

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Cómo piensa el nuevo ministro

En una columna publicada en noviembre de 2017, justo después de la primera vuelta presidencial, Rojas analizó los comicios en un texto donde anota: "El país no es mayoritariamente de derecha ni de izquierda, sino de centro o indiferente a la cuestión política. Se trata de una gran mayoría desideologizada, ecléctica y pragmática, que quiere un poco de allá y un poco de acá, un mix de tradición y modernidad, Estado y mercado, continuidad y cambio".

Además de consejero de Sebastián Piñera y amigo del canciller Roberto Ampuero, con quien lleva dos volúmenes de Diálogo de conversos —libro prologado por el Nobel peruano Mario Vargas Llosa—, el nuevo ministro de las Culturas, las Artes y el Patrimonio habría llegado a Suecia como miembro del MIR y salió de aquel país, uno de los modelos de la socialdemocracia, como parte de un partido de centroderecha.

"Se pueden llenar muchos estantes con libros tratando de justificar el terrible fracaso del marxismo leninismo. Yo también pensé así durante mucho tiempo, tratando de justificar lo injustificable y mantener mis ideales sin mancha. Finalmente, tuve que admitir que tanta fatalidad siempre reiterada no podía ser casual o accidental. Pero no fue fácil, porque implicaba desprenderse de aquella ilusión que le había dado sentido a mi vida", escribe en la segunda parte de Diálogo de conversos.

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Según el sitio web fppchile.org, Mauricio Rojas es —junto a Roberto Ampuero— Senior Fellow de la Fundación para el Progreso, donde el abogado y columnista Axel Kaiser es el director ejecutivo y Nicolás Ibáñez, empresario reconocido por contribuir con recursos económicos al debate y la expansión de las ideología liberal a través de centros de pensamiento, el presidente del directorio.

En una memoria anual fechada el año 2012, la Fundación para el Progreso señala que su objetivo es "formar a las nuevas generaciones, especialmente a las universitarias, en los principios, instituciones e ideales propios de una sociedad libre y responsable, como son: la libertad personal, la responsabilidad individual, el estado de derecho, la democracia, un estado limitado, la propiedad privada, el emprendimiento, la empresa privada y el libre mercado".

Como consigna el sitio web del gobierno, Rojas "ha publicado más de una veintena de libros en siete idiomas, así como un gran número de ensayos especializados".

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Entre sus publicaciones destacan otros títulos como Lenin y el totalitarismo y La historia se escribe hacia adelante, este último volumen —publicado el 2016— se interna en los entretelones del primer gobierno de Piñera, lo que a la larga estrecharía sus nexos con el actual Presidente.

Para su segundo mandato, Piñera se lo llevaría a La Moneda como director de Contenidos y Estrategia de Presidencia, vale decir, a cargo de la elaboración de sus discursos.

En entrevista con La Tercera en 2016, Rojas opinaba sobre el actual Presidente chileno: "Me parece evidente que es la mejor carta para volver a La Moneda. Hay otras buenas alternativas, pero creo que nadie tiene un capital político comparable al de Piñera y esto es esencial. Ese capital no es otro que las notables realizaciones de su pasado gobierno. Además, pienso que las grandes metas que Piñera encarnó, es decir, llevar a Chile al desarrollo y eliminar la pobreza, siguen estando plenamente vigentes. Ese es un gran relato, que puede concitar el apoyo mayoritario de un país hoy muy confundido, desanimado y polarizado".

Lenin y el totalitarismo

El año pasado, el ministro Rojas presentó un controversial ensayo, el volumen Lenin y el totalitarismo, sobre la situación política y social en Rusia desde fines del siglo XIX y principios del XX.

El libro describe la creación y auge del partido bolchevique en lo que denomina "contrarrevolución de octubre", que vendría a ser "el paso del ideal revolucionario iniciado con los soviets al terror contra el pueblo ruso".

De esta manera, Rojas explica y describe el sistema totalitario bajo el régimen de Lenin y Stalin, centrándose en el "Gran Terror" que "azotó al pueblo ruso durante gran parte del siglo XX".

Con un análisis de textos escritos de puño y letra por el líder de la Revolución rusa, Rojas expone "las contradicciones y brutalidades realizadas durante décadas en nombre de la utopía comunista" e interpela al lector invitándolo "a pensar de otro modo la importancia de este momento crucial en la historia de la humanidad".

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Pío Nono y el Che

En su currículum difundido por el gobierno, Rojas destaca con honores en su Doctorado en Historia Económica por la Universidad de Lund, la más antigua del país nórdico.

Formado en un hogar santiaguino de clase media, el nuevo ministro entró a Derecho en la Universidad de Chile a los 16 años proveniente del Liceo de Aplicación.

Su madre era dirigente sindical, allendista y militante socialista, por lo que su acercamiento con la izquierda fue de manera natural: no tardó en hacerse militante del MIR.

Según él mismo recordó a La Tercera hace dos años: "Todos los días llegaba a Pío Nono con un póster del Che Guevara o con alguna consigna de mayo del 68".

En Suecia fue donde se acercó a las lecturas de liberales clásicos, como Adam Smith —en 2016 asumió la dirección de esa cátedra en la Universidad del Desarrollo— y modernos como Karl Popper. Tales cambios ideológicos lo distanciaron de su madre.

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