La Ofis: la trastienda de la última serie de culto chilena

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La versión local de The office tuvo un accidentado debut en 2008. Luis Gnecco, Julián Elfenbein y Vasco Moulian reviven lo ocurrido hace 10 años.


Para algunos, forma parte de los espacios que a medida que pasa el tiempo han adquirido más valor. Otros puede que lo consideren un intento que no supera al original. Muchos no se enteraron de su existencia y tal vez la redescubrieron en internet. Lo concreto es que La ofis, la adaptación local de la serie británica The office, entra con holgura en el listado de los capítulos más particulares de la TV local.

Estrenada en agosto de 2008, la ficción llegó antecedida por una llamativa campaña de promoción -que incluyó concursos online que convocaban a los cibernautas a criticar a sus jefes-, además de un lanzamiento en un local típico capitalino que contó con todo el reparto interpretando a sus personajes, comenzando por Luis Gnecco en el rol del singular gerente de la sucursal Santiago Centro de Papeles Lozano. Era parte del desenfado de una propuesta que llegó en medio de la "parrilla flexible" impuesta por el director de programación de Canal 13 de esos años, Vasco Moulian.

Una apuesta que comenzó su camino cuando un joven director recién salido de la universidad sugirió comprar los derechos de la serie creada por Ricky Gervais y Stephen Merchant, un fenómeno mundial a pesar de contar con sólo dos temporadas entre 2001 y 2002. La misma que desde 2005 tenía una todavía más exitosa versión estadounidense con Steve Carell.

"En 2007 yo estaba en Chilecorto y llegó a mis manos un DVD con la serie original. Les propuse a Julián (Elfenbein) y Álex (Kiblisky) hacerla, lo que era una idea muy loca. Pero pasó una semana y contacté a la BBC directamente, diciéndoles que queríamos hacer una adaptación chilena", recuerda Nimrod Amitai. A partir de ahí, se realizó una maniobra que, según el rostro de Pasapalabra, jamás han vuelto a repetir junto a Kiblisky: "Compramos los derechos e hicimos el piloto, es decir, realizamos la inversión directa, sin haberlo vendido a un canal. Nos tiramos a la piscina. El empuje de Nimrod fue determinante".

En principio, por una cláusula en el contrato del animador, la prioridad número uno la tenía Chilevisión, canal en el que cumplía su segunda etapa. Por detalles no se llegó a acuerdo, por lo que la oportunidad la tomó Canal 13, que tenía a Mercedes Ducci como directora ejecutiva y a Carmen Gloria López como directora de programación.

"Gustó que fuera un proyecto innovador, que una adaptación de una serie tan prestigiosa podía poner al canal en las grandes ligas. Aprobaron dos temporadas de una, lo que no pasa nunca. Como era una sola locación, era bastante barata, comparada con Huaiquimán y Tolosa, que estábamos haciendo en esa misma época", rememora Ignacio Arnold, por ese entonces productor general de Canal 13 y actual socio de Amitai en Propalta (El reemplazante).

Desde un inicio, el actor escogido para la versión criolla del protagonista fue Luis Gnecco, que venía de participar en otra adaptación de la señal, Los simuladores (2005). Su Manuel Cerda marcaría a la larga una de las claves de la serie. "Metió mucho de su propia cepa y se enamoró del tipo de humor, que te aprieta la guata y te hace sufrir un poco por la vergüenza ajena que provoca", señala Amitai, junto con mencionar que el actor en algunas ocasiones participaba en las reuniones del equipo de guionistas, liderado por Gonzalo Maza y Pablo Toro (que luego hicieron Bala loca).

"Desde el capítulo tres o cuatro agarramos total libertad creativa. El funeral sorpresa, los Premios Lozano en el Parque Intercomunal o cuando se llueve la oficina, fueron parte de esa creación. Muchas cosas también fueron improvisadas", dice Amitai.

Durante tres meses, las grabaciones se realizaron en una oficina en calle Merced, al frente del Teatro Ictus, en un edificio abandonado que antes había sido un banco. "Ahí prácticamente vivíamos. Era un lugar muy especial", dice Gnecco, y añade: "Fue muy extenuante, pero me fui relajando con el tiempo. Me acuerdo que lo pasábamos muy bien. Yo pocas veces me he reído con tantas ganas en un set. Y el grupo que se dio era fantástico. Todos estaban muy bien en sus personajes".

La protesta

Carteles en contra de Vasco Moulian, el cuadro con una bandera de Chile en la Luna -que colgaba de la oficina de Manuel Cerda- y hasta actores de la serie fueron parte de la escena que se vio en el frontis de Canal 13 en noviembre de 2008, como respuesta a los continuos cambios de horario de La ofis, que debutó el 6 de agosto de ese año, a las 23.30, y rápidamente empezó a ver alterada su hora de emisión, hasta incluso pasada la medianoche y sin previo aviso.

"Todos estaban sorprendidos de que, un día de semana, 70 u 80 personas, se pararan afuera del canal. Esa misma protesta es parte del humor de La ofis", dice Amitai, que rescata a los productores de Canal 13 a cargo del proyecto, Alejandro Burr e Ignacio Arnold, como responsables de que la serie lograra ser emitida de todas formas.

Moulian comenta: "Yo hice todo lo que estaba a mi alcance para que a La ofis le fuera bien, pero nunca enganchó con el público. No es que haya sido mala, sino que era elitista (...) No era la oficina del Japenning, donde, por llamarlo de alguna forma, el humor era más grueso. En La ofis los chistes eran un poco más refinados, para un público más específico", dice. "Siendo bien honesto y asumiendo tal vez mi inmadurez de ese momento, si me preguntas si lo haría de nuevo, lo haría diez mil veces de nuevo", añade.

"La gente no sabía a qué hora verla", apunta Elfenbein, quien detalla que una temporada completa quedó escrita (con Daniel Muñoz en un rol de antagonista), pero Canal 13 desistió y se llegó a acuerdo con Chilecorto para terminar el vínculo. De paso, Amitai agrega que por estos días se encuentran en negociaciones con plataformas de streaming para reeestrenarla.

Por su parte, Gnecco asegura: "Aunque muchas veces nos programaban ridículamente después de la medianoche, sacábamos 6 o 7 puntos. En ese sentido lo viví muy tristemente, como un gran fracaso. Pero el tiempo me hizo ver la calidad y la riqueza del trabajo que habíamos hecho. Fue una serie que hicieron todo lo posible por enlodarla, pero frente a la creatividad y el cariño con que se hizo, no pudieron y nunca van a poder".

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