Achille Mauri, editor y escritor italiano: "Hay un montón de libros que no tienen una copia vendida"
Amigo de Umberto Eco y Pier Paolo Pasolini, en su novela Sorpresa aborda la vida después de la muerte y recuerda a Woody Allen, a Madonna antes de ser Madonna, a Grace Jones como una mujer discreta y a Frank Zappa.
Achille Mauri fue uno de los mejores amigos de Umberto Eco y de Pier Paolo Pasolini. En su novela Sorpresa, editada por Adriana Hidalgo, aborda la vida después de la muerte y qué sucede en una especie de limbo; allí va recordando su vida porque está convencido de que el alma es una memoria. Recuerda a Woody Allen, quien invitaba a "tres o cuatro personas distintas, a distancia de pocos minutos entre una y otra. Por turnos…"; a Madonna antes de ser Madonna, "sentada en un divancito, vestida con un tapadito de lana gris y un gorro también de lana, en un departamento tocando la guitarra"); a Grace Jones como una mujer discreta, "no se perecía para nada a la Grace Jones desnuda y musculosa que teníamos en mente", y a Frank Zappa, a quien le tiene un respeto intelectual.
Mauri además fue editor de la revista Versus, donde escribían Eco, Roman Jacobson y Félix Guattari. Actualmente es presidente del holding editorial Messaggerie Italiane y de una Escuela para Libreros; habla un casi perfecto castellano, porque está casado con una argentina hace varias décadas, y va de un tema a otro con extrema naturalidad. Mientras camina por el barrio La Recoleta fumando a sus casi ochenta años, cuenta que en Italia se eliminaron las clínicas siquiátricas y los manicomios y que sólo quedaron unos centros que atienden a los pacientes más graves, pero de grupos de a siete. "Además cuando estabas internado te dopaban, no te sanaban", remata cuando está a punto de ingresar a la editorial. Ahí lanza el cigarro.
Adentro y luego de subir un piso nos saluda Adriana Hidalgo Solá, la propietaria de la editorial. Ella intercambia unas breves palabras con Achille, lo que indica la importancia de él, y es que, claro, puede que no sea conocido a nivel masivo y que haya empezado a escribir tarde, pero es un nombre que suena mucho en el mundo del libro. Nos acomodamos en la oficina de Adriana: Achille me explica que su nombre se pronuncia como Aquiles y enseguida se sienta en la silla del frente a la que ocuparía Adriana de estar aquí, por lo que yo me siento en el lugar de ella. Saca un cigarro y cuando le digo que soy asmático no lo enciende, por eso de aquí en adelante seguirá con el cigarro jugueteando entre los dedos. Antes de hablar dice que ha conocido muy bien el campo argentino, a los estancieros y a los que trabajan ese campo, porque su mujer es de provincia.
-¿Hace cuánto tiempo estás viniendo a la Argentina? ¿Y qué opinión tienes de este país?
-Tenía 28 años, así que hace cincuenta años. Y con respecto a tu segunda pregunta, más que una opinión todavía tengo una sensación de miedo.
-Miedo, ¿por qué?
-No sé. Creo que tiene que ver con la actitud cultural: no paso tranquilo, hago mucho quilombo estando en Argentina.
-¿En capital?
-No, en Entre Ríos. Durante los años de dictadura nosotros no pudimos venir, aunque bueno, vinimos una vez y nos tomaron presos y fue tremendo. Mirando Buenos Aires, veo la riqueza que se merecieron y la pobreza que se cae: hay una desproporción total, visible, entre rico y pobre, que no hay más en Europa. Y eso pesa en la visión de la Argentina: no llego a evaluar lo político, porque para mí los políticos son malísimos en cualquier lado. Y tampoco se puede decir que está mal Macri cuando Estados Unidos, el país más rico y poderoso del mundo, está dirigido por Trump. Macri en relación a Trump es un milagro.
-¿Y qué pasa con el auge de las ultraderechas en Europa?
-La ultraderecha nace por razones absurdas, como la inmigración, cuando nosotros necesitamos de la inmigración: si no existe, tendríamos que inmigrar nosotros.
-Por la tasa de natalidad muy baja.
-Más bien no hay natalidad. Y no hay nadie que quiera hacer un trabajo distinto al que hace, todos quieren ser universitarios y no hay fuerza agrícola. Así que nosotros necesitamos de la inmigración más que los demás. Por ejemplo, los sirios en Alemania son los que poseen mayos instrucción: todos hablan inglés, son laureados ingenieros, profesionales destacados, a esos profesionales los alemanes se los sacan. Los africanos pueden llegar nadando a Italia, así que es normal que vengan, y nosotros tenemos que recibirlos, no dejarlos en un barco, ese fascismo es tremendo, es algo que espero que mis hijos solucionen o sepan cómo enfrentarla.
-Tú estás inserto en el circuito intelectual de tu país, ¿ese circuito le ofrece resistencia a la ultraderecha?
-Esa realidad de ultraderecha ni lee los periódicos y mira un tipo de televisión malísima, porque hay una televisión que es normal y una que es pésima. Y ésta es un instrumento político hecha para personas con nivel intelectual y político bajos, y esto no lo digo yo, lo dijo Frank Zappa hace treinta años. Frank Zappa decía que cada país tiene un gobierno para entretener a la gente sobre sus problemitas, y ese es el gobierno mundial que lo cree y la industria del entretenimiento está hecha para eso.
-Pasando a los hábitos de lectura en el mundo, ¿en qué han quedado? Supuestamente ha habido un cambio de paradigma de la lectura con Netflix, internet, etcétera…
-A la economía mundial hay dos factores que salvan las cosas: el primero es que gracias a Harry Potter se abrió un mercado de lectores enorme, porque los que leyeron de chico a Harry Potter siguen leyendo, eso fue un fenómeno cultural. El segundo es que hay momentos en que los escritores sacan libros que tienen un éxito increíble, y eso es importante para la industria porque libros que no tienen una copia vendida hay un montón. De hecho, uno se pregunta: por qué nació este libro, sobre cuál hipótesis. Lo lindo del mercado es que cada editor es libre de hacer lo que quiere. Ahora yo prefiero la distribución a la edición.
-¿Cómo fue tu relación con Umberto Eco y Pasolini?
-A Umberto, con quien éramos muy amigos, no le interesaba nada de lo que podías decirle, así que llenaba el tiempo con chistes, al contrario de Pasolini, que era una mente increíble, no perdía nunca tiempo, así que si te encontraba el tema era serio.
-Si tuvieras que elegir necesariamente entre publicar un libro de Umberto Eco y una de la saga de Harry Potter, ¿cuál elegirías?
-Para resolver este tema hay que tener bastantes editoriales…
-Hay que tener un holding…
-Hay que tener un holding, así que tranquilo. Si no imposible. Pero tengo que decirte que uno de los catálogos más extraordinarios de todo el mundo era el de Einaudi, que perdió en Italia siempre plata. Era un catálogo de una calidad que no veo en muchas editoriales que tengan esa calidad.
-Es lo que cuenta Roberto Calasso en La marca del editor, que era o fue un ejemplo para los demás editores en tu país, ¿no?
-Giulio Einaudi era un editor extraordinario, un hombre severo, triste creo, duro. En una época nosotros hicimos un sistema computarizados, te hablo hace cuarenta años, donde los editores podían entrar y ver en cuál librería vendía un libro y en cuál no, y también cuántos habían vendido. Como este sistema salía muy caro, hicimos una torta y Einaudi era buena parte de esa torta.
-Me gustaría ir a tu novela y a la estructura que tiene que es teatral, con diálogos. ¿Eres un amante del teatro?
-Sí, voy muchísimo al teatro, mucho menos al cine. Y voy al teatro a ver cualquier cosa. El truco del teatro es ir sin expectativas.
-Como lector, ¿cómo evalúas la literatura contemporánea?
-Fantástica. Primero, es una literatura que te lleva a la actualidad; basta pensar un rato cuán actual sobre la cuestión de la inmigración es Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago. Ahí los personajes son llevados a un campo de reclusión por ser los primeros infectados de una rara ceguera y una mujer es la que se convierte en heroína, ¡una mujer! Leí el libro tres veces sólo para descubrir cómo era esa mujer, a mí me gustan muy altas porque yo soy chico, pero Saramago no usa ni una palabra que la describa, ¡no hay nada!, y es ella la que resuelve todo. Y con respecto a la literatura sudamericana, es súper interesante y me gusta muchísimo.
-Por último, ¿en qué consiste la Escuela de Libreros que presides?
-El trabajo del librero es durísimo, y esta escuela que funciona en Milán hace 35 años tiene cursos de especialización todo el año y un máster de una semana en Venecia, donde vienen profesionales, libreros o directores de librerías con experiencia. Ahora, ¿por qué se ha hecho? Porque se había vuelto un mercado muy empírico, ahora se saben cosas que antes no se sabían sobre las librerías.
-Se trataba de profesionalizar el oficio…
-Exacto. Hoy han pasado por la Escuela más de cuatro mil libreros. Se saben algunas cifras: por ejemplo, precio promedio del libro en Europa, 22 euros, cuántos libros se compran por cantidad de habitantes, entonces puedes saber tus números antes de abrir una librería y saber si te conviene o cuánto vas a ganar.
Achille Mauri termina la charla, pero antes me ofrece hacer una dedicatoria de su libro, que será un dibujo, como tantos de los que tiene esta novela. Cuando finaliza la dedicatoria me dice desafiante: "Tenés que venir a Venecia". Lo quedo mirando a los ojos y pienso que a todos les debe decir lo mismo y me despido con cortesía.
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