Suele pensarse que la tradición de big band en el jazz criollo quedó relegada a los años 50, pero Mapocho Orquesta sigue demostrando que las grandes formaciones en escena es una propuesta vigente. Muestra de ello es el tercer disco que la banda lanzará hoy, a las 19:00 horas, en el Aula Magna de la Usach. El título del álbum engaña en su simpleza: Mapocho Vivo.
Andrés Pérez, director musical de la orquesta, profundiza en el concepto del álbum. "El disco anterior se llama Cicatriz y recoge la idea de la herida que es el Mapocho, que no es sólo geográfica, sino también social. Con Mapocho Vivo enfatizamos en el flujo del río, pero con la convicción de que el jazz es el folcklore del mundo, un género que ha sabido conectarse con todos los otros estilos musicales", sostiene el también saxofonista de la banda. "Creemos que el jazz es como el agua, que se adapta a un vaso, a una piscina, al cuerpo humano. Pasó en Brasil cuando se mezcló con el choro y el bossa nova, en Argentina con el tango y nuestro folcklore se enriqueció mucho con las armonías del jazz", agrega.
No obstante el concepto, Mapocho Vivo también debe su nombre al modo de grabación del álbum, el que también rescata una forma de registro en cierto desuso. "Está grabado en vivo, con toda la orquesta, en el Estudio Sur y en la sala La Makinita. Lo grabamos de un sólo tirón, como se hacía antes", señala Pérez.
Bajo el paragua del jazz, Mapocho Vivo hace fusión con otros estilos, con composiciones propias de los integrantes de la banda y también de otros músicos que anteriormente pasaron por el colectivo. "Por ejemplo, el tema "Anestesia" juega con la música docta, "En Cuarentena" tiene elementos de la música mapuche, "Juntamente" mezcla música brasilera con el groove del funk", explica el músico. El único cover presente en el disco es "Black Night" de Wayne Shorter -colaborador de Miles Davis, fundador de Weather Report-, adaptado con arreglos de Cristián Orellana, bajista del conjunto.
Conchalí, el origen
Fue a mediados de la década del noventa que en la zona norte de Santiago comenzó a gestarse un trabajo pionero de formación musical. Así, el músico Gerard Mornhinweg fue recorriendo los colegios de la popular comuna de Conchalí, reclutando futuros músicos para su proyecto. En su época se llamó Conchalí Big Band y, entre otros músicos de trayectoria, contaba con el saxofonista Carmelo Bustos -fundador de la mítica Orquesta Huambaly,- entre sus docentes. "A Carmelo le debo todo lo que sé, es mi maestro", reconoce Pérez.
Con los años, desde la Conchalí Big Band saldrían generaciones de músicos profesionales que, en lo grueso, derivaron en dos agrupaciones consolidadas en la escena: Santiago Downbeat y Mapocho Orquesta. Esta última, además, persistió en la pedagogía de su banda matriz y hasta ahora, además de lanzar discos y hacer conciertos, siguen realizando presentaciones educativas para niños a lo largo del país. "Es que el jazz está muy ligado a la libertad, por eso a los niños les viene tan bien", resume Pérez.
Las entradas del concierto de hoy son liberadas.