Michael Kelly: "No podíamos dejar que House of Cards muriera"
El actor, uno de los pocos supervivientes del elenco original de la serie, habla con Culto de la nueva temporada de la producción de Netflix, que llega a su final tras sobreponerse al escándalo de Kevin Spacey.
Michael Kelly se lo debe todo (o casi todo) a la era del contenido propio en las plataformas de streaming. Más concretamente a visionarios como Reed Hastings, CEO de Netflix, que hace cosa de seis años decidió dar un golpe de timón en el negocio y dejar de depender de las exigencias de los estudios de Hollywood para disponer de títulos interesantes que ofrecer.
Con House of cards se puso en marcha una suerte de revolución que acabó fraguando en una lluvia de millones y tantas series, películas y documentales que solo un Dios del tiempo podría dominar hoy con solvencia. Esa revolución está a punto ahora de cerrar un ciclo con la sexta y última temporada de la creación de Beau Willimon, aún con Kelly a bordo, uno de los pocos supervivientes de un barco que estuvo a punto de naufragar tras el escándalo sexual de Kevin Spacey, el protagonista indiscutible de este desgarrador thriller político.
El acoso a un actor de 14 años en una fiesta en 1986, más decenas de denuncias de este tipo que surgieron tras esa acusación, obligaron a Netflix a romper relaciones con Spacey en pleno rodaje de la temporada final y a plantearse incluso el cierre definitivo de la serie. Pero tanto Robin Wright -ahora convertida en la presidenta de EE.UU., Claire Underwood- como Kelly, haciendo una vez más de Doug Stamper, el perro fiel del difunto mandatario Frank Underwood (Spacey), lograron evitarlo.
Kelly confiesa que lo de Spacey fue duro pero que el trauma ha merecido la pena. El espectáculo que le dio notoriedad tras décadas en el oficio debía continuar, y el ciclo final de House of cards llega a la pantalla el 2 de noviembre.
-¿Diría que esta serie ha tenido un final justo teniendo en cuenta su calado?
-La verdad es que no me lo esperaba para nada. Al final de cada temporada mi principal preocupación era saber si aún estaba vivo, si he de decir la verdad (confiesa riendo).
-¿Cree que hubiera sido una separación traumática si hubieran eliminado a su personaje?
-Sí que estaba preocupado, no voy a mentir. Adoro esta serie porque es el mejor regalo que he tenido en mi carrera. Me ha abierto muchas puertas para otros trabajos después.
-Sin entrar en spoilers, ¿qué se avecina en esta última temporada?
-Nos hemos dejado el alma, con un trabajo increíblemente duro para darle el tono adecuado a la serie. No la he visto todavía pero he leído los guiones. Y los últimos tres capítulos son tremendos. ¡Dios mío! Te hace querer ver el siguiente episodio de inmediato. Es un final fiel a lo que ha sido House of cards todo este tiempo.
-¿Cómo vivió lo sucedido con Kevin Spacey?
-Fue increíblemente duro. Obviamente por muchos motivos. Primero tienes una idea de cómo va a ir la temporada, y luego no sabes si va a continuar en absoluto. Pero coincidimos todos en que había que seguir. Esa colaboración, la forma en que todo el mundo se puso de acuerdo, fue un espíritu increíble.
-¿Se tradujo de alguna forma esa lealtad de su personaje hacia Underwood en la vida real?
-Cuando me enteré por primera vez pasaron mil cosas por mi cabeza, pero más que nadie pensé en el equipo, en toda esa gente, muchos de ellos familia para mí tras seis años, que se iban a quedar sin trabajo. Lo segundo fue llamar a Robin (Wright) y decirle que no podíamos dejar que la serie muriera. Me dijo que estaba totalmente de acuerdo.
-Diane Lane cree que se ha hecho justicia en toda esta situación. ¿Coincide?
-Creo que la serie tuvo la mejor oportunidad posible teniendo en cuenta las circunstancias. Los obstáculos que tienes que enfrentar cuando pierdes a tu actor protagonista son inmensos. Pero creo que se empezó a delinear de una forma interesante al final de la última temporada. Robin dijo: "Es mi turno", y por ahí iba el asunto. Pero también obligó a recomponer muchas cosas y que el final fuera de otra forma.
-Es un desenlace hecho a la medida del #MeToo, ¿no le parece?
-Es muy interesante porque esta serie ha sido visionaria y ha ido siempre por delante de lo que iba a pasar, incluso rodando un año antes de que saliera. El hecho de que ella dijera, "es mi turno", y su llegada al poder después, me parece que es para volverse loco.
-¿Se puede decir que hay redención para Doug Stamper?
-Creo que sí. Antes de empezar la temporada sabemos que él se ha ido (Frank Underwood) y te puedes imaginar entonces que Stamper es un hombre muy perdido, cuando todo lo que conoció durante toda su carrera desaparece. El hombre al que fue más fiel que nadie se ha ido. Así que ves a este tipo, que no es precisamente un modelo de estabilidad, lidiando con ello. Creo que es interesante lo que pasa con él.
-¿Cree que volverá a salir una serie tan sólida y potente como esta?
-No lo sé porque no soy neutral al respecto. Pero sí diré que estoy muy orgulloso de esta serie, de haber sido parte de lo que fue el primer pedazo de contenido original en la historia de Netflix. Eso solo fue hace seis años y ahora tienes una cantidad de contenido brutal. De hecho, estoy convencido de que si la serie naciera ahora no me darían el papel, así que estoy inmensamente agradecido.
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