"Holiiii. Estoy en Stgo de Chile y voy a hacer un acústico ahora. ¡Corran! Seis de la tarde, en la parte de atrás del Bellas Artes. ¡Corran la voz! ¡Corran la voz!".
Con este breve mensaje en formato de historia de Instagram, la cantante chilena Mon Laferte anunció a sus seguidores que les cantaría en un encuentro íntimo en el Parque Forestal.
Gracias al horario de verano, ayer la luz del día acompañó a los más de doscientos fanáticos que formaron un círculo en la parte trasera del Museo de Bellas Artes. Eran las 18 horas, y de Mon, solo se veían carteles con su nombre, y su peinado imitado por más de una ferviente fan.
La escena era tan improvisada como dejó entrever el mensaje de Mon Laferte: cualquier persona podía unirse al gran grupo, no había rejas ni vallas papales, y abundaban las preguntas "¿Es aquí?", "¿No será broma?", "¿A qué hora viene?".
Dos mujeres tomaron el liderazgo del evento, situándose convenientemente al centro del círculo de personas para entregar las instrucciones del caso. "Chiquillos, cuando venga ella, no se tiren encima, Mon dijo que si pasa eso se va ir".
Los que llegaron más tarde y, por ende, quedaron alejados del lugar que en minutos tendría a la artista cantando, exigían a gritos que todos se sentaran, pero pocos hicieron caso.
Las 'voceras' intentaron que todos se sentaran y se mantuvieran en silencio. Esfuerzo en vano, porque la gran mayoría de los asistentes se negó a ubicarse en el pasto, y el ruido propio de la espera, la emoción y las altas expectativas, no cedieron ante la insistencia de la desesperada chica.
"Oe, parece presidenta de curso gritando así", dijo un joven entre risas secundadas por sus amigos y amigas. Poco le importó a la mujer que intentaba controlar al público: "Chiquillos, somos el país de la Mon, no la podemos decepcionar".
Alguien dijo que el objetivo de la cantante era que este encuentro con sus seguidores chilenos fuera grabado, como parte de la difusión de su nuevo disco llamado Norma. "Cuando Mon cante 'El beso', respondan solo el coro para que se escuche bien".
No tiene mayor complejidad, solo había que responder: "Ohhhhhhh".
Eran las 18.20 horas, y ni rastro de la cantante. En tanto, una porción del público seguía insistiendo en que había que sentarse. "Hay niños", exclamaban algunos, "pero siéntense en vez de decir que los demás lo hagan", se escuchaba en medio de girasoles y globos para celebrar la ocasión.
El desorden a la llegada de la cantante era fácil de predecir.
A las 6.26 comenzaron los murmullos: "Mira, ahí viene", "Síiii, es ella".
El grupo de gente que la rodeaba apenas permitía ver su larga cabellera negra. Mon Laferte caminaba con dificultad en medio de sus seguidores que querían una foto, tocarla o simplemente decirle: "Te amo, Mon".
Ingresar al lugar determinado era similar a intentar entrar al metro en hora punta: nadie estaba dispuesto a ceder su posición. Prácticamente a la fuerza, y con un par de personas caídas -entre ellas un camarógrafo-, la mujer de La trenza se mostró en medio del círculo y no paraba de sonreír a todos quienes se agolpaban para verla.
"Se ve chiquitita", le dijo un niño de unos 5 años a su madre. "Sí, es que anda sin zapatos, mira".
Un dron, sin ninguna relación con el equipo tras el video que quería grabar la artista, sobrevolaba el círculo. La cantante le dio un par de miradas, pero no fue hasta que comenzó su primera canción -"Amor completo"- que manifestó explícitamente su molestia: "Sale tú".
El público siguió tímidamente la canción. No había micrófonos, parlantes o amplificadores. Solo era Mon Laferte y su guitarra. Y todos querían escuchar su voz, sin intermediarios.
"La idea era cantar para ustedes, como hacía en el parque antes, ¿se acuerdan?". La gente alrededor respondió que sí, pero a las sesiones que aludía Mon en años anteriores, acudieron pocas personas. En ese entonces, no era la exitosa cantante que, radicada en México, alcanzó el estrellato con un disco titulado con su nombre.
Los gritos que, irónicamente, pedían "silencio" e insistían en que todos se sentaran, fueron secundados por Mon Laferte, quien dijo que si todos se callan, ella no tiene que gritar tanto.
Durante la interpretación de "El beso", su canción más reciente junto a "Por qué me fui a enamorar de ti", los presentes seguían contenidos, incluso más en esta canción que en la anterior. Todos tenían claro que su ídola quería registrar ese momento específico como parte de la promoción de su disco.
El tema que invitó al mexicano Diego Luna (Star Wars, Narcos), y varios actores a recrear una suerte de "Última cena" en el clip oficial, adquirió un matiz más romántico y menos sexualizado de lo que se muestra en el video. Todos, obedientes, se limitaron a responder con el "Ohhhhhhh" del coro acompañando la suave voz de la cantautora.
Pero la otrora chica de Rojo, tenía un regalo para sus fans que desató la locura. Invitó a cantar junto a ella a dos chicas del público. Una de ellas, era que la que intentaba orquestar un inicio 'ordenado' a la llegada de la artista, y la otra, imitaba el peinado y vestuario de la cantante con un pequeño niño en brazos.
"Tu falta de querer" sonó en las voces de sus invitadas que hacían su mayor esfuerzo por alcanzar las complejas notas de la canción, mientras se concentraban en contener la emoción del momento. Se seguían escuchando expresiones como "Elígeme a mí, Mon", "Yo puedo cantar", "Mon, te amo, ¡yo quiero!".
La cantante no hizo caso omiso de aquellos gritos y eligió a otra chica del público, quien no pudo contener la emoción y romper en llanto. La cantante le sonrió y abrazó cariñosamente. La joven alcanzó a interpretar algunos versos, pero finalmente lanzó un sollozo ahogado y dijo; "no puedo".
Pero no importa. Ella cantó junto a su ídola.
"Mi buen amor", la canción que grabó junto al español Enrique Bunbury para su álbum La Trenza, fue el broche de oro de un show fugaz. La duración de la interpretación, fue equivalente a la espera de quienes arribaron puntuales al lugar de encuentro.
Con su sonrisa de oreja a oreja, y caminando por todo el -reducido- espacio que tenía disponible, Mon Laferte se mostró cercana a su público.
Si bien la presentación tenía por punto clave ser 'íntimo', fue inevitable que cientos de pantallas de celulares fueran los intermediarios. Todo sea por tener el registro de aquella media hora de gritos, sonrisas, girasoles, globos y cuatro canciones.
Finalizada la última canción, las personas que llegaron incluso a subirse a las paredes del Museo de Bellas Artes, no alcanzaron a asimilar que Mon Laferte había finalizado su breve repertorio.
Tal como llegó, fue rodeada rápidamente por su guardaespaldas y desapareció en medio de un torbellino de cámaras y fans que exclamaban "Mon, te amo".