El ex Pink Floyd y sus 145 firmas
Horas antes de su concierto, Roger Waters bajó de su pieza de hotel y se dio el tiempo de autografiar más de un centenar de discos para un grupo de fans emocionados hasta las lágrimas.
El lunes pasado, la advertencia del staff de seguridad de Roger Waters a los fans chilenos fue clara: "Él no se reunirá con ustedes ni firmará nada hasta el miércoles". Desde su llegada a Chile, el domingo cerca de las 4 de la madrugada, los seguidores del cerebro de Pink Floyd aguardaron en maratónicas jornadas afuera del hotel Sheraton, donde se hospeda el británico en Santiago, a la espera de un simple saludo o la firma de un disco de vinilo. Y mientras algunos bajaron la guardia, un puñado de 15 terminó siendo la envidia de sus camaradas cuando el martes, a eso de las 17 horas, Waters los saludó mientras salía del recinto rumbo a la charla sobre Palestina que realizó en Matucana 100.
Por eso, la advertencia de los guardias aparecía como la oportunidad para el primer encuentro cercano con el ídolo. Y si los tres primeros días la parcialidad local no superaba las 20 personas en la entrada del hotel, a las 9 de la mañana de ayer la cifra ya era el doble. La ansiedad era generalizada entre los seguidores del solista, provenientes del norte y sur del país, y el comidillo era sobre su hora y lugar de salida. Las carreras de los fans más arriesgados iban desde el frontis hasta el estacionamiento del recinto.
13.00 horas y por los alrededores de la Avenida Santa María ya se podían contar fácilmente más de 80 fans. Una de las encargadas de contabilizar a los presentes en un cuaderno, con timbre en la mano incluido, informa que el gentío alcanza las 120 personas. Hasta que llegó el esperado aviso por parte del staff: "Roger saldrá a las 15.00 horas, no firmará papeles en blanco ni el cuerpo. Se ponen en una fila y cualquier movimiento extraño detendrá de inmediato toda la ocasión".
El público es transversal: desde adolescentes que conocen al dedillo cada detalle del hombre de "The wall" hasta adultos en la medianía de su vida que jamás pensaron que verían tan de cerca al músico que animaba sus bocanadas de juventud. Y el choque cultural se produce en medio de la fila, con escaramuzas incluidas. La vieja escuela y la nueva, nadie quería perder la oportunidad de codearse con ídolo de sus vidas.
Hasta que llega el encuentro: los gritos, el llanto y la emoción predominaba entre la mayoría de los seguidores del hombre de "Money". Waters, alto y delgado, de piel muy blanca y manos delicadas, fue amable y se tomó el tiempo de firmar vinilos y hasta pósters de los 145 seguidores que registraba la lista. Incluso tranquilizó a más de un fanático al que vio llorar. "Cuando la música de alguien te gusta tanto, el creador de tantos sentimientos que ha provocado en ti, nunca te imaginas que vas a estar a su lado. Es chocante y emocionante", explica Natalia Carvajal (en la foto) quien fue todos los días al hotel desde su casa en El Monte junto a su marido, Raúl Ruiz.
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