En una película, instalación o ensayo de la alemana Hito Steyerl -la persona más influyente del arte contemporáneo, según la revista inglesa ArtReview-, hay más ideas sugerentes de las que podrían resumirse en una crítica de esas obras; eso se debe no solo a su mezcla libre de Agamben y Krakauer con Hijos de hombre o Tom Cruise (ese discurrir entre cultura alta y popular está muy visto), sino también a un estilo que replica la forma en que nos relacionamos con Internet: siguiendo la pista de múltiples enlaces al mismo tiempo, alternando el texto con la imagen, dejando conexiones por el camino. Lo que queda suelto es importante, pero son más relevantes las iluminaciones de Steyerl en su tránsito de, digamos, un análisis de los videojuegos a la condición alienada del trabajador contemporáneo. Art Duty Free: El arte en la era de la guerra civil planetaria (Caja Negra), su nuevo libro de ensayos, es una buena entrada a la obra de quien entiende como pocos la "guerra civil" actual por el control de las imágenes (y a través de ellas).
Quienes han leído a Fontcuberta entenderán el punto de partida de Steyerl: vivimos en el período de la postfotografía y debemos hacer caso a las múltiples formas en que la imagen ha dejado de ser una "interpretación de una condición preexistente" para convertirse en un punto nodal de "energía y materia" que circula a través de soportes de todo tipo "dando forma y afectando a las personas, los paisajes, la política y los sistemas sociales". Por ello, si en Los condenados de la pantalla (2014) Steyerl se preocupó antes por las "imágenes pobres" -aquellas de baja calidad, las que reproducimos viralmente todos los días-, hoy ella investiga los desechos digitales, el spam, las imágenes de las cámaras de vigilancia y las enviadas por bots en campañas políticas.
En el brillante ensayo ¿Internet está muerta? el concepto fundamental del "circulacionismo" se refiere a la forma en que una imagen adquiere poder no a través de su calidad estética sino gracias a su capacidad de ser "postproducida, lanzada y acelerada". Más que el ojo del fotógrafo importa la capacidad de un algoritmo para capturar nuestra distraída atención o la granja de bots en Bangladesh, capaz de "producir en masa consentimientos corporativos en cintas transportadoras digitales". La crisis política desatada en los Estados Unidos por la forma en que Facebook influyó en el triunfo de Trump es un ejemplo de cómo los "afectos, impulsos y procesos" de la realidad son intervenidos por el circulacionismo.
Para Steyerl la percepción contemporánea se ha vuelto maquínica: el cálculo de probabilidades sustituye el acto de mirar. Ya no estamos en el tiempo del inconsciente óptico de Benjamin; vivimos los días del inconsciente de la "adivinación de imágenes computacionales" (nuestras máquinas nos han instalado en una nueva fase del pensamiento mágico), con un corolario perverso en el ensayo La autonomía de las imágenes: "si los modelos para la realidad cada vez más consisten en conjuntos de datos ininteligibles para la visión humana, la realidad creada a partir de ellos también podría ser parcialmente ininteligible para los humanos".
¿Hay salida? El concepto del arte "duty free" no solo se refiere a que el arte es hoy uno de los mejores aliados del modelo neoliberal; también a la posibilidad de que el artista pueda ser relativamente libre para criticar las nuevas tiranías de la imagen. Steyerl no cree en la autonomía del arte: para ella "el enemigo se encuentra dentro del museo". Pero sí piensa -más optimista de lo que sus mismos ensayos dejan entrever- en la capacidad creativa de los artistas para romper el paradójico loop estático en el que nos encontramos y para ayudarnos a entender el nuevo sentido de las imágenes.