The Beatles ya habían cumplido una década desde su separación. John Lennon había sido asesinado el año anterior y Paul McCartney contaba con diez álbumes en su discografía como solista. Ese año, 1981, había llegado el momento de recuperar los derechos por las canciones de los fab four.

McCartney se contactó con su abogado para conversar con Lew Grade, el dueño del sello ATV Music que, en ese entonces, tenía la propiedad sobre las canciones escritas en los 60 por la dupla Lennon-McCartney.

El magnate de la industria musical no se negó, pero la alternativa era elevada: comprar toda la compañía por un precio que ascendía a los 40 millones de dólares.

La primera persona a la que acudió McCartney fue a la viuda de su ex compañero de banda, Yoko Ono. Su propuesta consistía en formar una sociedad para que entre ambos pudieran costear la alta suma que pedía Grade. Sin embargo, la japonesa se negó.

El asunto siguió dando vueltas en su cabeza, y cómo no, si cada vez que una de sus creaciones con la banda de Liverpool sonaba, él no recibía ningún tipo de ganancia.

"Say, say, say"

Así se llamó el resultado de una colaboración entre Michael Jackson y Paul McCartney, publicada apenas dos años del conflicto con Grade.

Linda Eastman, entonces pareja del ex Beatles, reveló lo que se conversó en la cocina de su casa los días en que los McCartney hospedaron al "Rey del pop".

El músico británico aconsejó para su carrera al hombre de "Thriller", con una serie de tips como: conseguir un buen asesor y tener cuidado con la propiedad de sus canciones.

A partir de allí, el hombre de "Hope of deliverance" le explicó que compró los derechos de las canciones de Buddy Holly, Carl Perkins y Al Johnson, además de las primeras canciones de The Beatles: "Love me do" y "P. S. I love you".

Le comentó el conflicto que enfrentaba con el sello discográfico y cómo había fallado al intentar recuperar el catálogo de su autoría.

Siguiendo el consejo de McCartney, Jackson adquirió los derechos de algunos de sus artistas favoritos, y dos años más tarde, The Beatles serían uno de ellos.

Con una oferta de 47 millones y medio de dólares, el hombre de "Rock with you" se apoderó del sello y, desde ese momento, el cantautor debió pagar impuestos cada vez que tocara una de las canciones que él mismo escribió junto a Lennon.

Enfurecido, McCartney no dio pie atrás. La Ley de Derechos de Autor, cuya existencia data de 1976 en Estados Unidos, establece que los autores pueden reclamar por sus derechos 35 años tras la publicación de la canción en disputa.

Una vez que se cumplió el período establecido para el disco Love me do (1962), Paul McCartney retomó su lucha, pero esta vez, el sello no quiso sumarse a la batalla legal.

Finalmente, a fines de junio de 2017, su abogado Michael Jacobs informó que "ambas partes resolvieron el asunto por medio de un acuerdo confidencial". Paul recobraría los derechos por las canciones de Love me do de The Beatles a contar de este año.