En mayo pasado debutó en las salas del mundo Deadpool 2, la secuela con las aventuras del deslenguado antihéroe de Marvel que buscaba repetir el éxito de su primera película, estrenada en 2016. Y a pesar de no lograr superar los US$ 783,1 millones que la cinta original recaudó, el nuevo filme protagonizado por Ryan Reynolds se convirtió en uno de los más vistos de 2018, totalizando la no despreciable suma de US$ 734,2 millones a nivel mundial.
Ante las cifras y el inmejorable recibimiento por parte de los fanáticos, a fines de septiembre pasado los estudios Fox dieron a conocer la noticia que en diciembre lanzaría otra película de Deadpool, sin revelar su título ni mayores detalles. Poco después se confirmó el rumor de que este largometraje era realmente una versión reeditada de Deadpool 2, que buscaba llegar a una audiencia más amplia al suavizar el tono de sus bromas y algunas escenas.
Sus detalles se empezaron a dar a conocer en octubre, cuando los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick revelaron que la idea de la nueva versión de la película fue planteada por el mismo Reynolds, durante una discusión general sobre el personaje, que siguió al lanzamiento de la película. Reese y Wernick escribieron nuevas escenas para esta versión y David Leitch -realizador de la original-, volvió a dirigirlas durante un día en agosto. Con todo los detalles listos, en noviembre Fox ya pudo revelar el título oficial del filme: Había una vez un Deadpool.
Como su nombre lo revela, el remozado largometraje -que dura tres minutos más que su antecesor- incorpora una innovación clave, donde el propio Deadpool es quien narra su historia a un maduro Fred Savage, quien ha sido secuestrado y atado a una cama en una réplica del dormitorio de su infantil personaje de La princesa prometida, donde escuchaba el cuento de Buttercup y Westley de boca de su abuelo.
Y al igual que en el clásico fílmico de 1987, Savage a menudo intervendrá con objeciones sobre el relato. De hecho, como lo reveló Witney Seibold, del sitio IGN, es él quien menciona que Vanessa (Morena Baccarin), pieza clave en la Deadpool original, en la secuela fue injustamente "borrada" (en el inglés original "fridging"), el término acuñado por la escritora Gail Simone para referirse a la práctica de asesinar un personaje femenino para darle a un héroe masculino una motivación para su accionar.
Así, las interacciones entre Reynolds y Savage son las que van dándole un nuevo matiz a la ya conocida aventura del héroe Marvel, luego de que criminales matan a su novia y cae en una profunda depresión. Pero en su rescate va el X-Men conocido como Colossus, quien lo hace parte del equipo -como alumno en práctica- y lo embarca en la misión donde conocerá al adolescente Russell (Julian Dennison) y, más tarde, al soldado que viaja en el tiempo llamado Cable (Josh Brolin).
Y a pesar de la edición de escenas y el reemplazo de algunos diálogos plagados de palabras no aptas para toda la familia, Wernick aseguró que Había una vez un Deadpool no es apta para niños pequeños, ya que es lo "suficientemente subversiva, divertida y creativa, como algo que solo Deadpool podría hacer". Agregando que para él y su coguionista fue una alegría no transformarla por completo para una audiencia nueva, sino que mantener su espíritu pensando también en "todos quienes han visto y amado las películas de Deadpool".