A comienzos de los 80 un insoportable medley de The Beatles rotaba en las radios y esta noche, cuando faltaba media hora para que Paul McCartney apareciera en el Estadio Nacional, también desfilaban canciones concatenadas de su ex banda pero con pulso electrónico. Por las pantallas laterales un video vertical muestra imágenes de la estrella y luego se detiene en la silueta del bajo Hofner con forma de violín que Macca hizo famoso para siempre.
21:17 se apagan las luces. Irrumpe primero McCartney con el bajo colgando, llega al centro y levanta los brazos con las manos empuñadas. "A hard day's night" arranca con ese riff cristalino combinado con el sonido abombado de las cuatro cuerdas. Paul suena impecable en la compañía ya habitual de Abe Laboriel en batería y coros, las guitarras y voces de Rusty Anderson y Brian Ray, y Paul Wickens en teclados. "Hola chilenos y chilenas, bacán verlos de nuevo", dice Paul tras "Junior's farm" para sorprender con "Can't buy me love" con imágenes de The Beatles en la pantalla de fondo.
Un grupo de bronces aparece en medio del público a unos 30 metros del escenario para "Letting go" de Wings. El ensamble es perfecto. El público levanta los brazos para marcar el ritmo con las palmas. Sigue "Who cares", tercer single de Egypt station (2018), el último trabajo. "Esta es una nueva canción, la tocaremos por primera vez en Chile", dice en español .
"La siguiente canción no es una canción nueva" comenta en inglés para introducir su oda a la marihuana "Got to get you into my life". Los bronces ahora figuran en el escenario para replicar los arreglos de aquel pequeño clásico de Revolver (1966). McCartney demuestra como siempre que no necesita acomodar los tonos. La garganta por supuesto no es la misma después de casi seis décadas cantando profesionalmente pero no deja de ser impresionante el registro.
Se saca la chaqueta para quitarse el bajo y colgarse una guitarra Gibson de colorinche decoración. Es el instrumento necesario para el riff de "Let me roll it", uno de sus mayores clásicos de Wings inscrita en Band on the run (1973) que hacia el final deviene en "Foxy lady" de Jimi Hendrix con Paul soleando en la Gibson. Siguen los primeros acordes de "I've got a feeling" de Let it be (1970), la canción por la que se peleó ante las cámaras con George Harrison. En esta si hace una excepción a la voz desechando el gruñido original por una versión más melódica. Luego se sienta al piano para el hit "Let 'em in" de Wings que nuevamente requiere de la sección de vientos.
"Esta canción la escribí para mi hermosa esposa Nancy. Ella está aquí con nosotros esta noche", explica en español para introducir la romántica "My Valentine" de Kisses on the bottom (2012) con Natalie Portman en el video e imágenes de Johnny Depp tocando el solo de guitarra acústica.
Se viene "Maybe I'm amazed", una de las joyas del primer álbum solista de 1970 dedicada a su fallecida esposa Linda, y una enésima demostración de que su voz aún puede lidiar con tonalidades de hace medio siglo.
Guitarra acústica para una de The Beatles. Antes juguetea con el público, le hace gritar, subir y bajar la voz. Entonces se viene el ritmo country "I've just seen a face" seguida de "In spite of all the danger". Entonces habla de una época antes de Los Beatles. Explica que se trata de la primera canción que grabaron, aunque soslaya que en aquel entonces se hacían llamar The Quarrymen. Las guitarras acústicas se mantienen para "From me to you", de esos primeros éxitos que llevaban armónica en los arreglos del cuarteto de Liverpool.
Un nuevo salto en el tiempo nos lleva hasta el álbum Memory almost full (2007) con "Dance tonight" que mantiene la tonalidad desenchufada de esta parte del concierto con el batero Abe Laboriel bailando coreográficamente.
La génesis de The Beatles, la cándida "Love me do", hace cantar a todo el estadio y lo mismo sucede con "Blackbird" que da pie a una de las ovaciones de la noche. Paul sigue en español: "esta canción la escribí para mi compadre John", dice al referirse a "Here today", compuesta un par de años después del asesinato. El Nacional se queda en silencio.
Acto seguido Paul menciona "al presidente" y el estadio reacciona con pifias. El ligero tropiezo se supera con una enérgica versión de "Lady Madonna" donde el saxo se la juega. Luego la gente canta fuerte el verso "all the lonely people" que introduce "Eleanor Rigby".
McCartney vuelve a una de las nuevas, otro estreno del último disco, "Back in Brazil" de anodino aire tropical, seguida de la popera "Fuh you". Llega entonces una de las rarezas de esta gira, la interpretación de la psicotrópica "Being for the benefit of Mr. Kite!", una canción que Lennon cantaba completamente solo, reproducida impecable con sus intrincados pasajes. La siguiente se la dedica a George Harrison, una versión en ukelele de "Something" que no le hace mucha justicia al original.
El piano nos introdujo a la sonsa "Ob-La-Di-Ob-La-Da" también reforzada por la sección de vientos seguida de "Band on the run" con sus impetuosos giros progresivos tras la suave intro.
Al cierre de esta crónica el último cuarto de concierto se reservó exclusivamente para clásicos entre clásicos como "Back in the U.S.S.R", "Live and let die" (con fuegos artificiales), "Let it be" y "Hey Jude" para un espectáculo que deja la certeza de que hay Paul McCartney para rato.