La asociación entre Tim Burton y Disney se inició antes de lo que varios suponen, cuando el veinteañero californiano comenzaba su carrera en el cine y fue parte del equipo de animadores de El zorro y el sabueso (1981). Un vínculo que continuaría con él asumiendo el rol de productor de largos como El extraño mundo de Jack (1993) y que marcaría su consolidación cuando el creador de cintas como Ed Wood (1994) y El gran pez (2003) fue elegido por el estudio para dirigir la versión en acción real de uno de sus clásicos animados.
Bajo su guía y particular mirada, en 2010 arribó una renovada Alicia en el País de las Maravillas, con Mia Wasikowska como una crecida Alicia que volvía a la tierra que ella creía un sueño infantil. La cinta fue un éxito en taquilla y cinco años más tarde se estrenó su secuela, Alicia a través del espejo. Un precedente que reafirmó la asociación del realizador con Disney, siendo elegido para otro proyecto sobre un clásico animado llevado a la acción real: Dumbo.
Así, en 2014, el cineasta pasó a encabezar el equipo encargado de convertir el largometraje de dibujos animados de 1941 -que fue hecho en medio de una crisis financiera, tras los magros resultados en taquilla de Fantasía (1940) y los coletazos económicos de la Segunda Guerra- en una realización con actores, donde la animación digital transformaría al pequeño elefante animado en uno casi real.
Tras dos años de filmación, la película llega mañana a las salas de cine locales para presentar a las nuevas generaciones una versión renovada y extendida -la original tenía 61 minutos, en contraste a la hora y 52 minutos de la actual- del clásico basado en la historia creada por Helen Aberson y Harold Pearl, donde por medio de la animación tradicional se conoció a un pequeño elefante que tenía orejas más grandes que su cuerpo. Las mismas que pasaron de ser un objeto de burla a uno de fascinación, cuando le permitieron volar y ser la principal atracción del circo en que nació.
Reformulando un clásico
Ahora el circo de los hermanos Medici, a cargo de Max (Danny DeVito), es escenario de la aventura que se inicia cuando Holt Farrier (Colin Farrell) retorna de la Primera Guerra. Tras el reencuentro con sus hijos, Milly (Nico Parker) y Joe (Finley Hobbins), un manco Farrier se entera de la muerte de su esposa y la venta de los caballos con usaba en su show circense. Sin más alternativa, acepta hacerse cargo del cuidado de los elefantes y de la más reciente adición al grupo, una hembra embarazada.
Todos esperan el nacimiento de la cría que se convertirá en la mayor atracción del circo, pero al llegar a este mundo el animalito revela una singular característica: unas enormes orejas. A pesar de las burlas iniciales, y ser bautizado Dumbo por "dumb", o tonto en inglés, es integrado al espectáculo de los payasos. En tanto, Milly y Joe tratan de sacar partido de una peculiaridad del elefante que descubrieron hace poco y que en la película original se revelaba en la parte final del metraje: si mueve rápidamente sus grandes orejas, éstas le permiten volar.
Pero la aparición del empresario del espectáculo V. A. Vandevere (Michael Keaton), junto a la estrella del trapecio Colette Marchant (Eva Green), cambiará el futuro del circo, de los Farrell y de Dumbo.
Y además permitirá a Burton desplegar su característica visualidad, donde el colorido circense se funde con la sombría presencia de una atracción con animales salvajes, como también con aparatos tecnológicos que parecen sacados de una antigua película de ficción. Una vez más la banda sonora está a cargo del compositor Danny Elfman, uno de los grandes aliados de Burton a lo largo de su carrera.
De esta forma, la simple fábula que varios conocieron en su infancia retorna transformada en un blockbuster, donde a la figura principal se suman nuevos personajes, para extender y actualizar su historia. Y también está la mirada aleccionadora que Disney le imprime a sus cintas, ahora enfocada en el valor de la familia y el buen trato a los animales.