Jesús de Nazareth: las claves de un filme eterno
La apelación al imaginario visual sobre Cristo y su tiempo, la actuación de Robert Powell como el Mesías, la capacidad de generar una diferencia con producciones que tocan el mismo tema y la gran factura técnica de la producción, son elementos que a juicio de dos expertos, marcan la persistencia de la cinta de Zeffirelli en la cultura popular y en la pantalla chica en cada Semana Santa.
Este Viernes Santo, tal como ocurre en la misma fecha desde 1982, TVN emitirá Jesús de Nazareth. La pieza, en rigor una miniserie, sobre la vida, muerte y resurrección de la figura clave del cristianismo, fue rodada por el director italiano Franco Zeffirelli en 1977 por sugerencia del papa Paulo VI.
Para el académico de la Universidad de Chile, Hans Stange, hay una serie de elementos que explican la insistencia en la emisión del filme, y su permanencia en la cultura popular. “Es una película muy amplia. Toma todo el relato de la historia de Jesús a partir de los Evangelios, y están todos los episodios conocidos por todo el mundo. Ese es un elemento fundamental en los relatos de la cultura popular: la capacidad de identificación. Entonces todo el mundo puede reconocer cualquier aspecto”.
Esa amplitud se plasma en las poco más de seis horas que dura la producción. A juicio del escritor y guionista Simón Soto, ese detalle le da un alcance distinto a la historia. “Pareciera ser eterna. El largo aliento del relato, un poco como pasa hoy con las series, permite que uno se sumerja en la narración con mayor profundidad. La crucifixión y todos esos sucesos, retratan una historia que uno conoce mucho, pero tiene un grado de sorpresa e impacto súper potente. No estábamos habituados a un relato así”, detalla a Culto.
Esa capacidad de identificación, según Stange, también se sustenta en la referencia a un acervo de alcance universal. “Materializa toda una imaginería visual que la cultura occidental tiene sobre Cristo, antes de la película. En ese sentido, no inventa nada. Se parece a cómo pensamos que las cosas ya eran”.
En ese sentido es clave el rol protagónico, interpretado por el actor Robert Powell, el que le valió una nominación como Mejor Actor en los premios BAFTA en 1978. “Ese Cristo se parece al de las pinturas cristianas del siglo XVII-XVIII, de ojos azules, perfil caucásico, a diferencia de uno de rasgos orientales que es lo más probable históricamente. Es decir, se parece al que las audiencias ya pensaban como era. Eso también causa reconocimiento. Da cuenta de una manera en que nosotros estamos más dispuestos a creer que fue así, le da sustento”, analiza Stange.
Simón Soto coincide con la apreciación del académico respecto al impacto visual del actor inglés, quien en principio iba a interpretar a Judas Iscariote. “Hay algo que se asemeja mucho a las imágenes tradicionales, como que se parece al rostro del santo sudario. Es muy impactante. Sin duda ahí el casting fue muy bueno”.
La miniserie presenta la vida y obra de Jesús incluyendo aquellos aspectos más sobrenaturales, como los milagros. Pero la forma en que Zeffirelli los presenta se enfocan más bien de manera sobria, con el uso de pocos elementos. Tal como ocurre, por ejemplo, en la escena de la resurrección de Lázaro.
A juicio de Hans Stange, esa decisión también le da un carácter especial a la cinta. “Es una película naturalista, no hace que los milagros aparezcan como una cosa mágica o sobrenatural, o haga énfasis en la dimensión divina de Jesús. A él lo muestran como un tipo simpático, buena onda, bondadoso, pero no nos parece un ser divino. Eso es importante porque en la parte religiosa doctrinaria es donde siempre se presentan los problemas de interpretación entre los diferentes grupos cristianos. Acá no están ausentes, pero están minimizados en función del naturalismo. Así, la puede ver todo el mundo”.
Un Jesús adelantado
Antes de la obra de Zeffirelli, la era de la Golden Age de Hollywood retrató a Jesús de forma directa o indirecta en recordadas producciones como Rey de Reyes, Ben Hur, El Manto Sagrado, y muchas más, que también suelen ser emitidas en Semana Santa.
Stange marca la diferencia de esas producciones, con la que emitirá TVN nuevamente. “Esas son películas de estudio. Ahí hay una preocupación por los decorados, la ambientación, hay una cierta estética entre pictórica y literaria para representar lo oriental, para representar lo imperial. Se recurre a actores conocidos de la época, y el relato religioso se inserta en un género épico. El caso paradigmático es Ben Hur, donde el personaje interactúa con Jesús un par de veces de forma incidental, pero es esencialmente épica y responde a los cánones de ese género. Jesús de Nazareth responde más bien a la lógica de la biografía”, detalla .
Para Simón Soto, se debe tener el cuenta que esta es una producción que marcaba diferencias con lo que se conocía. “Es una miniserie pensada para la televisión, pero con altos estándares de producción, un poco adelantada al tiempo. Los europeos siempre lo han hecho, tienen una perspectiva más avanzada, más de vanguardia en las producciones televisivas. Hay un clásico de Bertolucci, Novecento, que dura como cinco horas, filmado en cine. Entonces para quienes no sabían qué era una miniserie así, esto era como una película. Y acá, en 1982, veíamos el Jappening con Ja. Yo creo que Chile sigue estando 30-40 años atrasado de las industrias grandes”, analiza.
Antes de su versión de la historia de Cristo, Zeffirelli tuvo una carrera previa en la dirección teatral, y a partir de los 60′ comenzó a trabajar en sus filmes, donde logró el éxito con trabajos como La mujer indomable (1967), en que dirigió a la pareja de moda en Hollywood, Elizabeth Taylor y Richard Burton, y Hermano Sol, hermana Luna (1972), en que narra parte de la vida de San Francisco de Asís.
Sin embargo, Stange considera que Jesús de Nazareth no es precisamente el trabajo más representativo del cineasta italiano. “Yo creo que él se expresa más como autor en películas como Romeo y Julieta, o Hermano Sol, hermana Luna. En ésta no tanto porque es muy fuerte el peso del productor Lew Grade, porque él la llevó adelante. Pero él aporta cosas. Como venía del teatro logra cosas muy bonitas en puesta de escena, con los recursos que decide disponer. Por ejemplo, la escena de la última cena no parece artificial, pero tiene todo un carácter coral. O la del juicio, hace patente la autoridad de los sacerdotes, o las escenas en Jerusalén, la multitud tiene un rol importante”.
Con todos los recursos cinematográficos y estéticos que el director echó mano, pudo construir una mirada de gran factura sobre una historia, que a juicio de Simón Soto, es clave en la narración moderna. “Jesús es el hombre, no es el dios. Y eso es importante porque prefigura la complejidad de los personajes; tiene miedo, vive con sus discípulos, viaja, se compadece de los que se han equivocado, de las prostitutas, los pecadores, eso es muy interesante. Ese centro dramático de Cristo como personaje, desde un punto de vista literario, es fundacional y es inagotable. Siempre será interesante volver a él”.
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