"Pueden sacar fotos o no sacarnos. Podemos tocar o podemos posar. ¿De acuerdo?". Así reaccionó Bob Dylan el pasado martes 16, durante un concierto en Viena, molesto con parte del público que le tomaba fotografías desde las primeras filas. El enojo de cantautor estadounidense llegó justo en el momento en que interpretaba "Blowin' in the wind", y varios celulares se levantaron entre la audiencia para registrar el momento en imágenes o videos. Luego de un primer reclamo algo inaudible, Dylan retrocedió algunos pasos y casi se cae al suelo tras tropezarse con un amplificador.
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Lo ocurrido la semana pasada con el solista de 77 años vuelve a instalar un tema debatido durante los últimos años. O más específicamente, desde que el uso de los teléfonos móviles con cámara se masificó. Porque a diferencia de lo que ocurre con la ópera, el cine o el teatro, los conciertos y festivales son tierra fértil para el registro de fotos y videos, a estas alturas -y para molestia de otra buena parte del público- una práctica habitual y hasta alentada por algunos artistas.
Pero no por todos. En sus pasos por Chile, músicos como Björk, Jack White, Avril Lavigne y Alicia Keys invitaron a la audiencia a no utilizar sus teléfonos personales durante el espectáculo. Lo mismo hizo el británico Steven Wilson en su último show en el Teatro Caupolicán el año pasado, con videos que se proyectaron previamente por las pantallas del recinto alertando del tema.
Más tajante aún es el grupo inglés King Crimson, cuyo líder, Robert Fripp, ha impuesto una política de tolerancia cero con los celulares en los conciertos del conjunto. Así lo acreditan diversos artículos y reseñas de los últimos shows de los íconos del rock progresivo, en las que se consigna que Fripp es tajante al respecto, incluso llegando a instruir a los encargados de la seguridad que requisen cualquier aparato que esté registrando el espectáculo.
"Disfruten y aprovechen el momento", es el mensaje pre-grabado que suele iniciar los recitales de los británicos. Una escena que debiera repetirse el próximo 12 y 13 de octubre en el Movistar Arena, donde King Crimson realizará sus dos primeros conciertos ante el público chileno. Una visita, por cierto, cargada de expectación, con una primera fecha agotada en sólo 90 minutos (para la segunda, del domingo 13, están a la venta los últimos boletos en Puntoticket).
Si bien los procedimientos específicos para este tipo de eventos se definen por lo general tres o cuatro meses antes, Fripp y compañía ya establecieron en los contratos de sus próximas fechas en Sudamérica que la política de tolerancia cero no hará una excepción en la región. En ese sentido, no se descarta que se adopten medidas especiales para ambas noches en el Movistar Arena, como por ejemplo, aumentar la cantidad de guardias que vigilen que la audiencia cumpla con los requerimientos de los músicos.
Al menos en EE.UU., la mecánica funciona así: distintos guardias se sitúan en zonas puntuales de los recintos y, al ver que alguien levanta su teléfono para disparar una fotografía o registrar un video, lo identifican con un puntero láser y lo obligan a bajar el aparato. Cuando ya alguien del público insiste de modo majadero con la práctica, el guardia está autorizado por la organización para derechamente pedirle que no siga o, de otra manera, su celular será requisado o incluso corre el riesgo de ser expulsado del espectáculo.
Ante este contexto, Francisco Goñi, director de la productora encargada de la visita del conjunto (The Fanlab), confía en que "los principales reguladores van a ser sus propios fanáticos". Si bien se excusa por no poder referirse a los términos específicos de su acuerdo con la banda, sí cree que "los fans que van a ver a King Crimson tienen una cultura y una educación musical superior, en el sentido que van a escuchar la música y a experimentar el virtuosismo del grupo desde otro prisma. Ellos sienten que tienen que tener ahí un nivel y un respeto para el espectáculo".
Habrá que ver qué sucede durante las dos noches en que los ingleses se estrenen en vivo ante la audiencia local, que esperó por años este momento. Porque si bien hasta ahora otros artistas han invitado a los chilenos a guardarse los teléfonos en sus bolsillos durante dos horas, lo de King Crimson es más que una simple sugerencia. Es una exigencia.