Arriba en la cordillera
Plena combustión, gran química, excelente maridaje. Lo que sea para describir lo mucho que funciona esta cofradía entre el chileno y el argentino empecinados en celebrar la canción del cono sur en este álbum. Aznar y García, puntillosos y pendientes del texto envuelto en poesía consonante a una impecable interpretación musical, facturan ocho temas originales y cuatro versiones de canciones de ambos lados de la cordillera, donde convergen influencias como la cepa Beatle, el jazz rock, y la trova, adaptados a la sonoridad latinoamericana austral más pausada y melancólica propia de los dos países.
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Abrazo de hermanos. Pedro Aznar y Manuel García.[/caption]
Si bien los covers están logrados, en particular "Cactus", de Gustavo Cerati,-la canción perfecta para la intervención de ambos músicos-, el material propio de gran factura en cada título alcanza momentos brillantes en "La loba del camino", un pieza de apariencia sencilla, sin embargo emocionante y épica sujeta a redobles rioplatenses, un espeso bajo y las voces entremezcladas en gran bordado; la elástica evolución de "La reja", desde unos rasguidos típicos de la zona central cruzados por la extraordinaria batería de Sergio Verdinelli (Fito Páez, Luis Alberto Spinetta) con letra de Aznar empalmando perfecta para acusar la política de cierre de fronteras -"los muros que defienden los jerarcas, que el miedo ha entronizado en cada podio, son naves de vergüenza (...) remada con el músculo del odio"-; y "El espinero", con rol estelar para un piano preciso y relajado seguido de giros rítmicos exquisitos. Grandes letras para grandes melodías, ritmos y arreglos. Entre lo mejor que va del año.
Los campeones no se rinden
A seis años del excelente Modern vampires of the city, uno de los mejores títulos de rock indie de la década, el concepto de banda se relativiza para el líder Ezra Koenig. Aprovechó la salida del multiinstrumentista y productor Rostam Batmanglij (que aún colabora componiendo) para airear la casa. Sumó la participación de Danielle Haim de Haim y Steve Lacy de The Internet, más un buen número de sesionistas.
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Father of the ride. Vampire Weekend.[/caption]
La voluptuosa creatividad y la agilidad estilística de los neoyorquinos continúan en asombrosa evolución. Son capaces de deconstruir géneros como el metal en una pieza como "Sympathy", incluyendo quiebres y doble pedal en una sonoridad mullida de coros femeninos con guitarras y palmas españolas, esa clase de lujos. Father of the bride suma 58 minutos y 18 canciones. Todas justifican presencia como experiencias únicas.
Sobre el promedio
La precocidad es asunto viejo en el pop desde un quinceañero Paul Anka escribiendo Diana o Michael Jackson liderando a sus hermanos. A la misma edad esta artista de Los Angeles publicó Don't smile at me (2017), un EP donde dejaba constancia de una asombrosa madurez en un cadencioso pop sintetizado bajo influencia de Lana Del Rey.
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When we all fall asleep, where do we go?, Billie Eilish.[/caption]
En apenas dos años es la nueva sensación con la apetecida mezcla de fanaticada en ambos lados del Atlántico, crítica rendida y fans como Dave Grohl. Un conjunto de canciones que hacen frente al pornopop implícito en la invasión urbana latina, con un giro siniestro, teatral y seductor.
El oficio de ser clásico
A 30 años de su primer álbum este duodécimo título del madrileño es una robusta demostración del oficio y un talento que sin repetir ni equivocarse engrandece el arte de la balada hispana como muy pocos aún lo hacen.
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#Eldisco, Alejandro Sanz.[/caption]
Sanz deja en pausa las poderosas baladas guitarreras, sin dejar de recurrir a las guitarras como pivote, para coger lo que necesite -una orquesta, una banda caribeña, bases electrónicas- y confeccionar canciones sobrecogedoras como El trato, que abre con magnificencia el álbum, y otras con vaticinio de futuros clásicos, como "Mi persona favorita", en gran dúo con Camila Cabello.
Deja que la cinta corra
Esta es la banda sonora de un filme inexistente que podemos imaginar como un collage vintage de los 60, secuencias oníricas de femenina elegancia con un dejo de sensualidad narcotizada en intrigas por el Mediterráneo, o espías glamorosos resolviendo problemas mediante guantes y silenciadores.
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Lux prima, Karen O & Danger Mouse.[/caption]
Karen O de Yeah Yeah Yeahs y Danger Mouse montan un equipo interesantísimo. La cantante se transfigura en distintas voces con momentos de extraordinaria delicadeza mientras su compañero monta espléndidos escenarios como "Nox Lumina", una suite con un irresistible remate de sintetizador y cuerdas.
Viejo y reluciente
Este cuarteto induce a errores en Side effects, noveno álbum en una discografía siempre interesante. Parece un repaso al retrorock de principios de milenio y, a ratos, una manera de colgar la voz en el cuadro como lo hace Beck.
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Side effects, White Denim.[/caption]
Hay guitarras espesas sin ser densas, baterías con muñeca bailable, bajos sinuosos, saxos esporádicos, la voz intervenida con efectos y unos teclados que cuando se apoderan de las canciones logran resultados siderales. Son músicos diestros jugando en equipo con vocación por la melodía y el mismo interés en arriesgar cierta lisergia aplicada con gusto, como en "Reversed mirror" e "Introduce me".