Ocho minutos con Daniela Vega constituyen un lujo en los tiempos que corren. La vida de la actriz chilena más relevante del momento discurre deprisa. Las circunstancias, pese a estar en pleno Caribe mexicano con motivo de los Premios Platino que se entregaron el pasado fin de semana, obligan al alarde, a condensar el frenesí en un espacio minúsculo de tiempo. Es culpa de la agenda, cargada hasta el último reducto desde que Sebastián Lelio hiciera historia en 2017 con Una mujer fantástica.
Cayó el Oscar como Mejor película extranjera y las puertas se abrieron con la grandilocuencia de una catedral. Por delante, un torrente de proyectos: su debut en el cine italiano con Dissonanze, de Lamberto Sanfelice; el estreno de su primera serie en inglés en junio, Tales of the city, una creación de Netflix junto a Laura Linney, Ellen Page y Olympia Dukakis; una serie dirigida por la argentina Lucía Puenzo, La jauría; y un premio en Tenerife, el Alan Turing, que recibirá también el próximo mes y que reconoce el trabajo de miembros de la comunidad LGBTIQ.
-¿Cómo fue rodar para Netflix su primera producción en inglés?
-Como no se ha estrenado, más que restricciones, la idea es mantener el suspense todo lo que se pueda. Pero diré que para mí fue una experiencia hermosa. Viví un momento en mi carrera que fue muy interesante, porque aprendí mucho de mis compañeros. Trato siempre de hacerlo. Me tocó trabajar con grandísimos actores, como una suerte de fantasía hecha realidad. Impresiona mucho ver a gente hace 20 años atrás en una película y ahora poder compartir rodaje con ellos.
-¿Tuvo miedo?
-No. Yo perdí el miedo hace muchos años.
-¿Cómo se logra eso?
-Hice una transición en el género y eso significaba pasar mucho miedo. Ahora ya se me pasó.
-Después del inglés, toca el italiano. ¿Cómo afronta su primera experiencia en el cine europeo?
-Voy a rodar en Italia en dos semanas y estoy muy ansiosa de subirme al avión y partir hacia Milán. Estoy recibiendo clases particulares desde hace meses, pero también estoy trabajando con una coach que me está enseñando cómo hablar mejor en ese idioma y encarar el personaje. Me gusta que las cosas salgan bien.
-¿Le tira más el arte del Viejo Continente o el neón del star system hollywoodense?
-Depende del día de la semana en que me preguntes, porque soy Géminis y todo me vale.
-¿Hacia dónde quiere que vaya su carrera? ¿Dónde quiere acabar?
-Yo voy a acabar en la tumba, como tú (risas).
-¿Y antes de ese desenlace?
-Me gustaría explorar todo lo que venga. Estoy súper comprometida, no solo con mi carrera sino con los que recién están empezando. Apoyo muchísimo el cine nuevo y me ha tocado participar en un par de cortometrajes en Santiago, porque yo partí de ahí también. Para poder crecer uno tiene que escuchar a los que tienen experiencia, y si tienes experiencia, entregársela a los que no la tienen.
-¿Qué más tiene por delante?
-Estoy trabajando en varios proyectos y estoy escribiendo un libro para la editorial Planeta. Son mis memorias.
-¿No está usted muy joven para andar con recuentos vitales?
-Sí, pero la transición la hice hace 15 años y ya tengo 30. Se trata, más que nada, de cómo enfrenté mi propia transición. Por supuesto que tiene un anecdotario de lo que pasó en Hollywood, el Oscar y todo esto, pero está mucho más centrado en la poética del cuerpo y de su transición.
-¿Cree que el libro la volverá a situar como la abanderada del movimiento, pese a haber rechazado antes esa distinción?
-No es que rechace la bandera, porque me visto de ella y me voy a vestir siempre de ella, pero no me considero activista porque soy actriz y cantante antes que activista. Hay activistas que están luchando con los representantes políticos por nuestros derechos, lo cual es maravilloso. Pero mi trabajo es emocionar a las personas. Lo mío es hacer teatro, películas y cantar.
-¿Teme el peligro de encasillarse en los papeles trans?
-He hecho un par de papeles que no eran trans, he hecho de trans y una vez de hombre. Soy una actriz disponible para trabajar y si el guión me interesa, me da igual de lo que sea. No me cansa porque las decisiones las tomo yo y nadie más que yo.
-¿Qué sensación le ha dejado rodar La Jauría y por qué cree que se ha asociado con lo ocurrido con La Manada en España?
-Ese fue un personaje sin género, por ejemplo, inspirado en como ciertos grupos de hombres que están haciendo cosas en contra de las mujeres, haya pasado donde haya pasado. Ha pasado en Argentina, España, Chile, no hay un lugar determinado. Está inspirado en la vida misma.