Dice tener una relación de amor y odio con Pablo Neruda. De niña, la poeta argentina María Negroni (67) se sabía de memoria versos de los Veinte poemas de amor. Hoy aún aprecia Residencia en la Tierra, por sobre obras como Canto general. "Sin embargo, no es problema de Neruda, es el problema de su voz. Esa voz oceánica, que a la vez es fascinante, pero es demasiado enorme, como ocurre con Walt Whitman", afirma.

Autora de Archivo Dickinson, poemario que dialoga con la obra de la poeta americana, Negroni dirige la Maestría en Escritura Creativa en la U. Nacional de Tres de Febrero, de Buenos Aires. La autora de El viaje de la noche visitó Chile por primera vez en 1986. Ayer regresó para participar en el jurado del Premio Neruda; mañana ofrecerá una charla en la Cátedra Bolaño de la UDP, en Vergara 240, a las 11.30 h. Sobre la escena de la poesía latinoamericana, dice que hoy "mucha más gente puede publicar lo que escribe" y observa que "la figura del crítico literario está siendo reemplazada por los likes de Facebook".

¿De qué tratará su conferencia en la Cátedra Bolaño titulada La posesión de la orfandad?

Yo tengo dos novelas, El sueño de Úrsula (1998) y La Anunciación (2007). La primera es una épica femenina y entonces de lo que voy a hablar es de la relación compleja entre el género de la épica y la escritura femenina. Históricamente todas las epopeyas tienen héroes masculinos. Desde el Gilgamesh, pasando por la Odisea, y por eso contaré cómo se me ocurrió construir una épica con una mujer. Y pasaré un fragmento de una ópera que se hizo a partir de mi libro, el año pasado, compuesta por Mariano Vitacco.

¿Y le interesa la obra de Bolaño?

No conozco su poesía. Lo primero que leí de él que me encantó fue su novela Nocturno de Chile. Después leí Los detectives salvajes que creo que las últimas 100 páginas se podrían haber editado un poco. Y luego Bolaño se transformó en un boom comercial sobre todo en Estados Unidos. Pero ese fenómeno lo construyeron. Ahora, son modas que pasan, como sucedió con la obra de Julio Cortázar.