El público de Pedropiedra no repite un patrón aparente. En el acceso al teatro se avizoran caras tan distintas como estilos musicales abarca el músico. Madres con sus hijos, adolescentes con camisas roñosas y una especie de treintañero random con anteojos, pitillo de color y zapato en punta que de seguro agradece que el show esta vez se podrá ver sentado. Esos son algunos.

También hay espacio para los entusiastas. El fanclub—aún existen— en alianza con el sello reparte caretas de cartón con la imagen del protagonista de la noche. "Sáquense una foto", te dicen, "súbanla y participan por un disco".

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Pedropiedra en el Nescafé (Foto: Valentina Palavecino)[/caption]

La sala se llena a tres cuartos. Es viernes. Sólo hacia el final de la tercera canción el público toma proporciones de masa. "Esto va en modo cronológico", advierte Pedro rodeado de un montón de compact disc reciclados que adornan la escena con aires futuristas.

"El ring" y "Al vacío" empiezan la posta. Ambas canciones, a veces relegadas ante su material más reciente, son recibidas como clásicos y la reverencia escala a proporciones corales cuando invade la melancolía de "Sol mayor", acaso el primer hit de la noche.

Cambio de disco. Cripta y vida (2011) y el primer invitado de la noche. Gonzalo Yáñez bromea y agradece. Sílbidos, murmullos, aplausos. En este ambiente aún no es mal visto gritarle por su apariencia sin que el guitarrista haya siquiera tocado una nota. "No te metas con mi devoción, no te fijes en mi pantalón" canta en modo fogatero para "Occidental".

El patrón se repetiría luego con Cristóbal Briceño, el muchacho de las tantas bandas y que por su naturaleza siempre parecerá fuera de lugar en eventos como este. "Pedro me dijo que tocara la que yo quisiera" se excusa antes de empezar con "Paraguas y máscaras", una breve balada acústica que pasaba inadvertida en Emmanuel (2013) hasta hoy.

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Pedropiedra y la banda (Foto: Valentina Palavecino)[/caption]

La banda suena robusta. El show, punto aparte, sirve para anunciar la incorporación oficial de Catalina Rojas (Alex Anwandter, Denise Rosenthal) al plató permanente del grupo a cargo de voces y guitarras. Meses antes se unió en esa misma labor Leo Saavedra (Primavera de Praga) que se pasea y recrea los discos como si fuera uno de los mejores sesionistas del rock. Tal vez lo sea.

Tres o cuatro canciones por álbum—tranqui, los hits siempre al final— y viene lo que realmente motivó el show. Tres canciones nuevas, cierre de telón.

Antes, aparece Álvaro Henríquez como leyenda viviente. La presencia del Pettinelli se ve surreal, casi como un holograma que, tras años sombríos, está volviendo a disfrutar con sus pares. Y está justo allí, pisando el mismo escenario en donde dos décadas antes cerró la primera etapa de Los Tres y se lanzó a escribir su propia historia.

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Pedropiedra junto a Álvaro Henríquez en el Teatro Nescafé (Foto: Valentina Palavecino)[/caption]

"Barco fantasma" fue en definitiva la razón por la que el jefe de jefes bajó desde el umbral. La canción, que debería ser lanzada como single los primeros días de septiembre, lo tiene cantando un par de estrofas hechas casi a su medida. Ya la escucharán. El músico pidió encarecidamente que no grabaran nada ni lo subieran a Youtube. El público extrañamente hace caso. Con Pedropiedra, todo queda en familia.

Setlist

Soy el ring

Al vacío

Ayayayai

Sol mayor

La cripta

Occidental (junto a Gonzalo Yáñez)

Zorzal (junto a Catalina Rojas)

Pasajero

Luna luna

Para ti

Paraguas y máscaras (junto a Cristóbal Briceño)

Matando el tiempo

Lluvia sobre el mar

Todos los días

Rayito/Olita

Perder ganar

Barco fantasma (junto a Álvaro Henríquez)

Amar en silencio

Inteligencia dormida

La balada de J.González

Vacaciones en el más allá